Las lecturas metafísicas
son cada vez más frecuentes, y, por ende, conscientes.
La primera de ellas –cerca
de dos años atrás–, fue
experimentada precisamente en el mismo sitio que ha inspirado la presente nota.
Mirar más allá de la simple vista me ha permitido atender y
comprender más de lo que sucede en la realidad. Es una experiencia difícil de
explicar, ya que estamos acostumbrados a percibir y leer nuestro entorno con
sólo cinco de nuestros sentidos. Una lectura más profunda requiere la
integración de ellos, y brinda sensaciones y percepciones que no son del todo
físicas. Los psicólogos dirían que se trata de percepciones que tienen que ver
con traducciones conductuales o quizá
reinterpretaciones cognitivas, que no
necesariamente se derivan en lenguajes compatibles con las lecturas sensitivas
recibidas de nuestros cinco sentidos.
Mientras observo una escena por demás simple y cotidiana
[para mí son las más ricas e interesantes en lecturas metafísicas], puedo ser
consciente de cómo el fluir de la energía y las Leyes Universales básicas se materializan en estas escenografías simples,
que todos vivimos día a día.
Y es indescriptible observar la analogía del movimiento del Cosmos en los automóviles que los
lavadores conducen y acomodan por doquier, en la hora cúspide del día, y se
arremolinan, y el espacio se satura, y los caminos se cierran. Pero los autos
no dejan de fluir, ellos no cesan de trabajar. Jamás el Dinamismo se detiene.
En medio del caos, de la incertidumbre, y del cierto estrés,
los autos se lavan, las personas se mueven, y las circulaciones –sin que seas consciente de ello,
parecería algo milagroso– encuentran
la manera de continuar en equilibrio, para que la escena cobre forma, espacio,
y realidad.
A veces el contacto visual me deja ver detalles
imperceptibles, como el lavador que detiene su ritmo, ya que la lectura de su
realidad es diferente al resto. Se comunica diferente. Su condición de sordomudo lo hace resaltar de lo demás,
aunque a primera vista parece un engrane más del amplio número de elementos que
conforman lo que tus ojos miran. Cada una de las personas de la escena, posee
un mapa existencial diferente y único, como una pieza de ADN que lo convierte en un elemento completamente diferente e
identificable del resto. Es maravilloso mirar la interacción de todas estas
ramas, que se entretejen en un momento como éste.
El anciano que camina con reticente, con pesar, ya que su
cuerpo le impide el movimiento. Cuando lo tocas para ayudarle a descender
cuatro escalones, percibes la infinita bondad que reside en él, carcomida por
la culpa al no ser capaz de cesar de ayudar a quienes ama, sin dejarlos ser lo
que está escrito que sean, lo que se traduce en su incapacidad de moverse
libremente por el Mundo. Agradece sin palabras por la consideración que por él
has tenido, porque hace tanto que él mismo no sabe que existe y requiere
recibir de su propia consciencia y atención.
Escenas cómo estás son hermosas en muchos sentidos, por todo
lo que la complejidad de la interacción humana plantea, pero que la rutina y
cotidianidad asesinan por considerarla falta de valor, y de sentido.
No estoy de acuerdo con esa afirmación.
Lo más sencillo y vacuo, es, muchas veces, lo que contiene
el mayor grado de complejidad, y de contradicción, capaz de explicar la
esencia del Universo.
Escucho:
Dropped / Atoms
for Peace