La cotidiana vista Oeste del espacio personal, nos brinda
sorpresas en cada atardecer.
La iglesia en la punta de la estructura rocosa, siempre
parecerá el elemento constante, mientras la Naturaleza la enmarca con un sinnúmero de asombrosas circunstancias.
En esta ocasión, el fragmento de un arcoíris circular que –se supone debería rodear a todo el
perímetro desfasado del sol del ocaso–
se dibuja justo a un costado del espacio de rubro religioso, otorgando a la
panorámica un tono místico que
despierta la reflexión dentro de la simple rutina.
Imágenes como ésta nos agradan observar desde las diferentes
vistas del espacio diseñado. No sólo el sol mismo, o los diversos astros que
conforman el Entorno, embellecen los
alrededores. Son esos pequeños objetos humanos,
artificiales, los que hacen más interesante la interacción, ya que despierta reflexiones, suposiciones,
afirmaciones, que el Hombre hace para hallar respuestas a incógnitas que
sobrepasan su entendimiento.
Sé que –tal vez
de manera inconsciente– ésta es una de las características y
funciones de la Arquitectura.
¿No lo creen?
Escucho:
Another brick
in the wall (Part 2) / Fee Waybill. Taken
from The many faces of Pink Floyd
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