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lunes, 12 de agosto de 2013

Porvenires...

Una bóveda celeste tapizada de recuerdos vagos, y memorias.
¿Cuántas de ellas han sido gratas en las noches del más reciente lustro?
Hace tanto que no viajo fuera de la ciudad, que había olvidado la lección de vida que el hecho de dejar el hogar, representa.
Siento pena por quienes se aferran a la cotidianidad de sus vidas, alimentando sus lunas con la ilusoria sensación de seguridad que el falso poder les brinda.
¡Qué atormentadas sus almas!
Intercambiar palabras con un espíritu sincero ha sido lo más hermoso que me ha acontecido durante las recientes horas, anteriores a esta nota.
Y trabajo… sí, como cualquier persona que intenta subsistir y pagar su comida, y su refugio. A diferencia del resto, no me fundo con la hipocresía y la necedad de ganar reconocimiento en pos de remuneración económica. No en pos, lo siento. Me refiero `a la par´ que dicha remuneración.
Una charla de apenas siete minutos me ha transformado la existencia por estos días.
Desde años atrás, mi memoria subsiste en docenas –quizá cientos– de cabezas… y corazones.
No me interesa el nefasto poder que un simple ascenso laboral representa, si continúo siendo el mismo estúpido de siempre, con la mentalidad irrisoria de que mi oficina y mi nuevo puesto me hacen `mejor´ de aquellos a los que –hasta ayer– pertenecía.
¿La historia de tu vida…?
Dormir en un lugar alejado, pero confortable, anclado al mar de tu recuerdo, cuando yo mismo sé que jamás podré tenerte, mientras la marea de la melancolía inunda mis sentidos, despierta tal reflexión, que me pierdo en la densidad eterna de la noche escurridiza.
Conducir en medio del bosque, mientras del cielo caen las gotas, millones de ellas, que conforman una tormenta depresiva, con las melodías sonando en el estéreo, una tras otra, llenas de tristeza y cuerdas y notas apagadas, pero armoniosas, me hacen viajar hacia el Limbo, dentro de la No Continuidad Espacio y Tiempo, hasta que me alejo suficiente de la realidad, para ver desde fuera, todo lo que ha acontecido.
Te das cuenta, entonces, que no importa cuánto luches, si las personas de las que depende el bienestar de las personas, no están dispuestas a someterse a la Trasmutación necesaria para abandonar la seguridad de la ilusión, y vivir verdaderamente la esencia de la Vida.
Te cansas de escuchar las mismas palabras, de ser receptor de las mismas acciones, y de convivir con las mismas falsas convicciones, cuando tú mismo has estimado vivir eternamente tras bambalinas, en el segundo lugar después de la Victoria, ayudando a quienes caen, a levantarse y continuar luchando, en vez de alimentar tu ego con la corona del poder de mando, y del reconocimiento inicuo que sólo embrutece tu mente, y corrompe tu corazón.
Me siento libre cuando viajo en medio de la cortina de agua, conduciendo, mientras al mismo tiempo te escribo una carta, que de inmediato envío a tu frecuencia, sintiendo el toque suave y hermoso de tu karma, que me recibe con amor, a pesar de no saber que mis sentimientos puros, por ti, existen.
Agradezco a Dios la oportunidad de Vida, de mirar los escenarios magnos e imposibles, donde su mano de repente toma forma y lugar, en una instantánea que se pierde en la Belleza del brillo del sol, y el choque de las gotas vespertinas.
Abandono así aquello que siempre conocí, todo lo que me definió, me identificó, y en lo que alguna vez hallé sentido, para arrojar mi cuerpo y alma hacia el vacío de la incertidumbre y el abismo, y alejarme de una vez por todas de toda la seguridad que me impide crecer como persona, y abrir las alas hacia la madurez plena.
Extrañaré brevemente el color de tus ojos y el toque de tus palabras, porque tu voz se convirtió en el susurro amigo, que sorprendía por las tardes y las noches, a mi alma atormentada.
Miro alejarse a las estrellas, a su brillo intenso, mientras tomo un nuevo rumbo.
`Eres diferente a las demás personas´, me dijo tu sinceridad, porque –según tú– soy capaz de hablar como nadie más jamás lo ha hecho.
Agradezco la bella distinción, pero en lo que en verdad me considero excelso, es en escribir, en expresar por medio de los dedos, las imágenes condensadas de las frases, que vuelen por doquier, y aterricen en tu corazón triste, sólo para inspirarte a continuar, a mantener firme, reuniendo las fuerzas necesarias para abandonar el nido de la cotidianidad, y volar alto, hacia la cima de la espiritualidad que vive en tu interior, y que escucha diariamente el susurro de la Eternidad, que desde el fondo de tu corazón, te clama…

Escucho:
That girl / Justin Timberlake

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