Los cambios que sufre mi vida son
profundos, radicales, pero sobre todo, vertiginosos.
Son tantas variables las que se
incluyen en la ecuación del tiempo presente, que no soy capaz de visualizarlas
y asimilarlas todas.
El espacio personal continúa
transformándose de maneras inimaginables.
Hace un par de días se ha ido ese
restirador de toda la vida, que nos
acompañó en la larga travesía para convertirnos en arquitecto. Dolió verlo
partir. La melancolía fue grande, e inconmensurable. Todas las piezas se
acomodaron para que así fuera.
En el fondo siento una
indescriptible felicidad por los cambios, pero en el exterior es sumamente
terrible y doloroso.
Entiendo que el espacio personal
es sólo un simple reflejo del cuerpo, la mente y el espíritu. Todo se ha
transformado. Continúa haciéndolo desde hace meses.
Las expectativas, los sueños, los
intereses.
Soltar aquellas circunstancias
que me definieron por más de trece años. La clase de persona que creí que yo
era, ahora no lo soy más. Muto invariablemente hacia una versión de mí que no
imaginé siquiera. Una versión alternativa que no sabía que podría existir en
esta realidad.
De repente nada tiene sentido. Lo
que antes nos emocionaba y trazaba la dirección que nos apasionaba seguir,
ahora no despierta más esa sensación de libertad en nuestro espíritu.
Sé que es momento de despedirse
de las cosas, las personas, los eventos y las circunstancias. Es difícil, pero
el proceso ha comenzado, quizá más azaroso que consciente. No hay marcha atrás.
Si por alguna razón me encuentras
en el camino, andando, al igual que tú. Si te topas conmigo o cruzamos veredas,
no te sorprendas si la pasión y los ensueños de antes, aquellos que me
definían, no se muestran ya reflejados en la pupila de mis ojos. No es
indiferencia ni tristeza.
Es sólo que la vereda ha
cambiado.
Yo he cambiado.
No me queda más que proseguir.
Esta Vida no acepta la derrota, ni el detener por completo el paso.
A quienes, después de la
tormenta, permanecen, tienen mi cariño y agradecimiento por estar ahí.
Hace falta de vez en cuando,
saber que, a pesar de ser diferente, existirá siempre esa esencia, esa
familiaridad que te hace valioso como ser humano.
Escucho:
Inhaler / Foals
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