Queda mucho por trabajar en
nuestros círculos y plataformas disciplinares
dentro del rubro de la Arquitectura.
No me refiero a cantidad de labores o contenidos, o cualquier referencia cuantitativa, más bien, a la naturaleza de nuestros enfoques y
perspectivas cognitivas y prácticas.
Con gusto he leído un par de
artículos digitales que hablan de la riqueza práctica y multi disciplinar que puede contemplarse desde la profesión, y cómo
su contenido, integración entre Arte, Ciencia y Reflexión, ha abierto las puertas para que un arquitecto, en
estos tiempos, pueda incursionar en una serie de infinitas posibilidades, que
no tienen que ver necesariamente con el Diseño
y la Construcción, en términos totalitarios y de exclusión.
Quizá la historia personal que me llevó a la tierra fértil
de la Arquitectura haya sido más allá
de una simple y vana coincidencia, para enseñarme en términos cognitivos y emocionales cómo una profesión puede despertar múltiples universos,
tanto científicos, como creativos.
Dentro de las listas de
profesiones que se mencionan a partir de la Arquitectura, he desempeñado
actividades y cumplido objetivos dentro de la Literatura [escritor], Diseño
gráfico, Arte, Fotografía, Investigación y Docencia,
lo que me ha llevado al paso de los años a considerar a la Arquitectura como un
estilo de vida y comprensión sumamente rica y flexible, transformándose mi perspectiva de las posibilidades que
puede poseer un arquitecto.
Desde temprana edad profesional incursioné en la rama de la Literatura, descubriendo con asombro y
placer cómo un programa de maestría de la universidad más importante de mi país,
abría las puertas a la comprensión y desarrollo humano a partir de los recursos literarios.
Proyectos, visiones y hábitos son
ahora parte integral de mí, a raíz de
la adopción de la Literatura como un fragmento esencial de mi verdadero ser, profesional y humano: blogs, libros,
bitácoras de trabajo y experiencia personal [humana y metafísica], rediseño de planes educativos, coordinador de
actividades artísticas, entre otros…
Sin embargo, aún domina en el
ambiente profesional, académico y humano una visión totalitaria y única de la
profesión. Aún predominan las visiones técnicas
que excluyen cualquier vertiente posible y natural que conlleva
involucrarse con la Arquitectura.
Es grato mirar también que los
egresados de los programas educativos encuentran en su vida, actividades que
los llenan plenamente, no necesariamente relacionadas con el ámbito
arquitectónico de manera directa.
¿Qué hace más daño? ¿Abrir las
posibilidades de búsqueda personal que integre a la Arquitectura como una
plataforma no única ni definitoria de nuestros objetivos y líneas de Vida? ¿O
limitar el concepto y desarrollo de la Arquitectura a cuestiones técnicas y
probadas direcciones que no permiten la variación ni flexibilidad para
comprender la cambiante Realidad que vivimos actualmente?
Es ignorante pensar que la
respuesta puede ser dada aquí y ahora.
Dentro de la experiencia
profesional y personal he presenciado casos de ambos extremos de la línea,
donde –independientemente de las
decisiones tomadas por los protagonistas–,
la Arquitectura es parte fundamental del motor que les mueve.
Lo importante –lo estoy comprendiendo tras una serie
de eventos complicados a lo largo de este año– es que nuestra limitante como seres humanos es considerar a
nuestra profesión (y seguramente sucederá con otras) como la parte única que
define nuestra capacidad de raciocinio y valor.
La Arquitectura es una parte importante de nuestra Historia y desarrollo como Humanidad, sin embargo, la Arquitectura no es el Ser humano.
Nosotros existimos antes que ella, y ella es reflejo, manifestación y expresión
de quiénes somos, más no debemos convertirla en la definidora de nuestra
individual presencia y existencia humana.
Finalmente, es motor de búsqueda
y movimiento, pero no la herramienta a través de la cual busquemos juzgar a los
demás, a nosotros mismos, y al mundo entero.
Escucho:
One more murder | Better than Ezra
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