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jueves, 15 de diciembre de 2016

Tierra fértil

Queda mucho por trabajar en nuestros círculos y plataformas disciplinares dentro del rubro de la Arquitectura. No me refiero a cantidad de labores o contenidos, o cualquier referencia cuantitativa, más bien, a la naturaleza de nuestros enfoques y perspectivas cognitivas y prácticas.
Con gusto he leído un par de artículos digitales que hablan de la riqueza práctica y multi disciplinar que puede contemplarse desde la profesión, y cómo su contenido, integración entre Arte, Ciencia y Reflexión, ha abierto las puertas para que un arquitecto, en estos tiempos, pueda incursionar en una serie de infinitas posibilidades, que no tienen que ver necesariamente con el Diseño y la Construcción, en términos totalitarios y de exclusión.

Quizá la historia personal que me llevó a la tierra fértil de la Arquitectura haya sido más allá de una simple y vana coincidencia, para enseñarme en términos cognitivos y emocionales cómo una profesión puede despertar múltiples universos, tanto científicos, como creativos.
Dentro de las listas de profesiones que se mencionan a partir de la Arquitectura, he desempeñado actividades y cumplido objetivos dentro de la Literatura [escritor], Diseño gráfico, Arte, Fotografía, Investigación y Docencia, lo que me ha llevado al paso de los años a considerar a la Arquitectura como un estilo de vida y comprensión sumamente rica y flexible, transformándose mi perspectiva de las posibilidades que puede poseer un arquitecto.

Desde temprana edad profesional incursioné en la rama de la Literatura, descubriendo con asombro y placer cómo un programa de maestría de la universidad más importante de mi país, abría las puertas a la comprensión y desarrollo humano a partir de los recursos literarios.

Proyectos, visiones y hábitos son ahora parte integral de mí, a raíz de la adopción de la Literatura como un fragmento esencial de mi verdadero ser, profesional y humano: blogs, libros, bitácoras de trabajo y experiencia personal [humana y metafísica], rediseño de planes educativos, coordinador de actividades artísticas, entre otros…

Sin embargo, aún domina en el ambiente profesional, académico y humano una visión totalitaria y única de la profesión. Aún predominan las visiones técnicas que excluyen cualquier vertiente posible y natural que conlleva involucrarse con la Arquitectura.
Es grato mirar también que los egresados de los programas educativos encuentran en su vida, actividades que los llenan plenamente, no necesariamente relacionadas con el ámbito arquitectónico de manera directa.
¿Qué hace más daño? ¿Abrir las posibilidades de búsqueda personal que integre a la Arquitectura como una plataforma no única ni definitoria de nuestros objetivos y líneas de Vida? ¿O limitar el concepto y desarrollo de la Arquitectura a cuestiones técnicas y probadas direcciones que no permiten la variación ni flexibilidad para comprender la cambiante Realidad que vivimos actualmente?
Es ignorante pensar que la respuesta puede ser dada aquí y ahora.
Dentro de la experiencia profesional y personal he presenciado casos de ambos extremos de la línea, donde independientemente de las decisiones tomadas por los protagonistas, la Arquitectura es parte fundamental del motor que les mueve.

Lo importante lo estoy comprendiendo tras una serie de eventos complicados a lo largo de este año es que nuestra limitante como seres humanos es considerar a nuestra profesión ­(y seguramente sucederá con otras) como la parte única que define nuestra capacidad de raciocinio y valor.

La Arquitectura es una parte importante de nuestra Historia y desarrollo como Humanidad, sin embargo, la Arquitectura no es el Ser humano. Nosotros existimos antes que ella, y ella es reflejo, manifestación y expresión de quiénes somos, más no debemos convertirla en la definidora de nuestra individual presencia y existencia humana.
Finalmente, es motor de búsqueda y movimiento, pero no la herramienta a través de la cual busquemos juzgar a los demás, a nosotros mismos, y al mundo entero.

Escucho:
One more murder | Better than Ezra

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