Los pueblos están hechos de
colores, de sabores, de comida. Las iglesias y los edificios se funden en
sensaciones varias y opuestas, donde la Historia
huele a semilla tostada, y el recuerdo
a fruto en almíbar.
En ocasiones, olores
desagradables acompañan una hermosa memoria, o una vivencia mala es musicalizada por sonidos suaves y relajantes.
Aún escucho el canto único de los
grillos en las calles empedradas a lo largo y ancho de la madrugada. Aún
permanece el canto de las cigarras a orilla de mis oídos, tatuados en las
memorias motrices de mi cuerpo, brindándome la bienvenida a una ciudad en
ruinas…
Las ciudades están manufacturadas
por recuerdos, pero se mantienen vivas por anhelos. Por querer perpetuar lo que
otorga sentido a un sitio que quizá, ni siquiera nos pertenece…
Escucho:
Expo '86 | Death Cab for Cutie
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