Hace mucho que no escribía.
Con el recién libro terminado, he penetrado en un universo
que me obligó a viajar a mil kilómetros por segundo.
Escribir es para mí una deliciosa droga. Es un estado de consciencia donde encuentro las respuestas a
todas las interrogantes, donde hallo las razones mismas de la Existencia.
El cerebro trabaja desde entonces, sin cesar, en lapsos
intensos donde se unen líneas, se trazan historias, se construyen universos, tanto alternos, como paralelos.
En ocasiones tengo miedo, miedo de dejarme llevar, de
compartir la demencia que significa
observar y comprender el mundo desde mi perspectiva.
Las letras, las narraciones,
las tramas, cientos y cientos de ellas que llegan a la mente a lo largo del
día, y de la noche.
Nuestra mente es un Cosmos,
donde todo, absolutamente todo, es posible.
Un sitio, integrado por miles y miles de galaxias, en las
cuales los saltos cuánticos son la
chispa que brinda sentido al Todo.
Los recientes cambios han traído nuevos rumbos, más veloces
y vertiginosos que nunca.
Los disfrutaremos.
Nacimos para hacerlo.
Escucho: I of the mourning / The Smashing Pumpkins
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