No cabe duda que el ser organizado se refleja en cuestiones
tan simples y básicas como un horario definido de comidas.
Siendo arquitecto, puedo compartir la experiencia de haber
vivido un desorden en los horarios de alimentación, que derivó en múltiples padecimientos
gastrointestinales que mantuvimos recurrentes a lo largo de muchos años.
Cuántos arquitectos podrán testiguar al respecto [la falta
de sueño merecería una tesis en sí misma, para explicar sus implicaciones en la
vida de los arquitectos].
Imagino que la profesión no tendrá tanto que ver como la
voluntad y la entrega de cada persona a la actividad que realice. Finalmente
todas las profesiones suponen un grado determinado de estrés y compromiso, que
influyen de manera directa en nuestros hábitos de alimentación y descanso.
Tras varios años de entrenamiento en natación y de la necesidad de cierta disciplina para dominar las
técnicas requeridas y las habilidades exigidas, me percaté que la buena
alimentación –y sus correspondientes
horarios establecidos y respetados–
es indispensable para mantener el equilibrio mental y corporal, en relación a
la eficiencia laboral y personal.
Platicaba con varios estudiantes al respecto. Se requiere
una sólida y fuerte voluntad, para establecer horarios de actividades, entre el
descanso [sueño], la comida, el trabajo, y el ejercicio.
En lo personal –y
tras severos diagnósticos médicos–,
trabajo para mantener un equilibrio en mi vida, que involucre variables
saludables, que me permitan cumplir con objetivos diversos que me he planteado.
Todo empieza con diseñar
cosas tan sencillas y triviales, como un desayuno.
Escucho:
Being for the
benefit of Mr. Kite! [Take 7] / The Beatles
I'll make love
to you / Boyz to Men
Sick muse / Metric
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