Una tarde extraña ha tenido lugar en mi realidad.
El cielo comenzó tornándose oscuro, gris tenue en un
principio, para después gradarse hasta un negro que opacó el brillo del sol en
lo que parecía ser un día cálido y alegre.
La lluvia ha sido intensa, las gotas que cayeron a lo largo
y ancho de la ciudad mutaron en
granizo blanco y helado que cubrió las superficies todas en sólo breves
minutos.
Tras permanecer de pié, detrás de la ventana, observando la metamorfosis que la realidad sufría,
recordé, cual viejo deja vú, aquella
tarde, años atrás, donde las piezas de granizo construyeron lentamente una tarde especial y única.
Aún recuerdo la fotografía que obtuve ese día, tras salir,
al ver finalizada la tormenta.
Sin embargo, hoy ha sido diferente.
Nunca antes vi llover
de esta manera.
La Soledad, el frío, el viento helado lo han dominado
absolutamente todo.
Una vez que he arribado al espacio que a últimos meses llamo hogar, me encuentro que el contexto entero se mira diferente,
ajeno, casi desconocido.
Me dispongo a escribir, así que elijo uno de los más
recientes álbumes adquiridos, y lo coloco en el estéreo, fiel compañero durante las tardes en este lado de la
ciudad.
No puedo concentrarme. Después de mover las capas blancas y brillantes que lo han tapizado
todo, en el patio, en la escalera, en la puerta de acceso, en la memoria… me
quedo un rato observando cual idiota las gotas que aún vuelan, llevadas por el
viento, hasta golpear mi rostro, a pesar de estar bajo resguardo.
He mirado -inclusive- un relámpago que ha iluminado a la
ciudad entera.
Sublime.
Jamás viví algo como esto. Tras su brillo instantáneo, ha
quedado una estela de humo gris detrás de su paso, y un trueno ensordecedor, que
anticipa lo inevitable: algo ha cambiado para siempre en nuestra existencia.
Con mi cámara digital enfoco, y espero -qué inútil eres- la
llegada del siguiente relámpago furioso.
El cielo se ríe de mi ingenuidad.
Cuando al fin me siento a escribir, suspirando
profundamente, el frío cala hasta los más ocultos huesos.
La humedad ha penetrado por una rendija casi imperceptible, en el muro `Este´ del espacio que habito.
Observo, mientras una melodía de rock and roll pesado sacude las bocinas.
Sonrío.
He escrito esta nota en pedazos, aquí, en la cuenta twitter, y otro fragmento por allá, en facebook. Son extraños los pasatiempos con los que nos distraemos hoy por hoy.
Aguarden, ahora mismo suena esa melodía hermosa: `Paradise´,
cortesía de Coldplay.
Ha dejado de llover afuera.
No interesa.
No importa siquiera.
Dentro de mí la tormenta continúa.
Dentro de mí aún hace estragos esa tromba, que es tu ausencia.
No importa que el Mundo se termine hoy, y que sea borrado
por la más cruel de las lluvias.
No importa lo que yo elija escribir tras haber sobrevivido a
la masacre…
No importa, porque -finalmente- termino siempre hablando de ti…
Extrañando tu presencia en mi vida estúpida, como estúpida es la idea de creer
que la lluvia torrencial te borraría de mi memoria.
Escucho:
Pumped up kicks
/ Foster the People
Paradise /
Coldplay
Walk / Foo
Fighters