Siempre está presente, pero no siempre eres consciente de
ello.
Tomas de ella cuando tienes sed, pero la mayor parte del
tiempo la desperdicias, pensando ilusamente que habrá más cuando lo requieras.
He aprendido a valorar el agua que bebo -me refiero a la Vida que vivo-
porque cada momento alimenta a mi cuerpo y a mi espíritu de maneras que no
siempre puedo llegar a comprender.
Al igual que el agua, que integra más de la tercera parte de
mi cuerpo, la Vida define más de la tercera parte de lo que soy, porque el
resto se compone de las decisiones que
a diario tomo, además de los pensamientos
con los que decido enfrentar las cosas que llegan a mi existencia.
Como filosofía personal, llevo un pequeño cántaro conmigo,
grabado con mi nombre, donde guardo un poco de agua [de Vida] y que tengo cerca
cuando las circunstancias son complejas.
Los recuerdos cristalinos, la frescura de los logros, la
claridad de los retos y obstáculos.
Gracias Esmeralda
Jacinto por la hermosa metáfora,
por mostrarme con tu cariño, todo lo que vale la pena vivir, y por lo cual
luchar.
Jamás alguien me obsequió algo como esto.
Una valiosa lección,
contenida en un pequeño frasco natural.
Escucho:
Deuxieme fois / La Ley
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