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viernes, 21 de diciembre de 2012

Post apocalipsis

Nuestra Tierra está repleta de paisajes y panorámicas increíbles. Muchos de estos parajes se convierten en puntos estratégicos de atención mundial. El último de ellos, un pueblo de Francia, llamado Bugarach, en cuya montaña -de cerca de mil doscientos metros de altura- se concentró parte del desvarío colectivo, producto de la idea del Fin del Mundo.
Imagino que lugares cómo éstos, fueron escenarios para secuelas diversas, relacionadas con la fecha del veintiuno de diciembre de dos mil doce, a lo largo del planeta.

No son muchos los lugares que he visitado, fuera de mi ciudad natal, pero si tuviera que elegir un escenario panorámico apocalíptico, para un desastre de proporciones mundiales, elegiría Calnali, pueblo ubicado estratégicamente, en un sitio aislado, dentro de la huasteca hidalguense.
Es un pueblo con parajes naturales increíbles, que me robaron la respiración la primera ocasión en que arribé a ellos. Aún me recuerdo parado en medio de la Belleza de esas montañas, esos verdes y tonalidades diversas imposibles. Pareciera que viajases a sitios fuera de este continente.
Es uno de esos sitios donde el Tiempo se detiene, y la modernidad de las ciudades contemporáneas no tiene cabida.
Ahora sé que ésa es una de las características que nos llevan a seleccionar, dentro de nuestra memoria e imaginación colectiva, a estos lugares, como escenografías de circunstancias como las que hemos vivido en las últimas horas.
Sus características orográficas, climatológicas, y las características culturales que los definen, estimulan en niveles inimaginables nuestra ensoñación. Calnali lo hizo conmigo, quedándose grabado en lo más profundo de mi subconsciente.

Imagen tomada de galería fotográfica:

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