`La historia de los hombres
es un instante entre dos pasos
de un caminante´.
Franz Kafka
The Hobbit: An
unexpected journey, no es El Señor de
los anillos. Punto.
Con esta premisa inicio la presente nota.
La propuesta cinematográfica de Peter Jackson, tras haber atravesado una serie interminable de
obstáculos, ve finalmente la luz.
Hay mucho por decir. Seré lo más objetivo posible.
El trabajo de diseño de fotografía y de calidad visual es
por demás impecable. Peter Jackson consigue
en sólo algunos segundos, introducirnos de nueva cuenta a la Tierra Media, con toda la gama de
elementos fantásticos que conocemos. La batuta de Howard Shore, en el eslabón Música,
magnífica.
Concuerdo en algo: la trama no posee la complejidad y
riqueza de la saga de The Lord of the
rings. Si ustedes van con la idea de competición
en este rubro, saldrán de la sala profundamente decepcionados.
La historia cuenta con sus circunstancias narrativas propias. No se trata de
superar lo ya hecho. Las historias son completamente diferentes, una con
respecto a la otra. Lo único que las une es la presencia de cierto objeto
diminuto que comúnmente se utiliza colocado en el dedo medio o anular.
Jackson se siente
profundamente relajado narrando esta primera parte de su nueva saga. Lo hace
con una naturalidad inaudita. Sabe lo que
está haciendo, y lo hace muy bien.
El trato de los personajes -no me refiero a su parte visual y características de forma,
apariencia, distintivos- se
encuentra trabajada al más mínimo detalle. Jackson es de los pocos directores
cinematográficos capaz de traducir la complejidad psicológica y existencialista de personajes creados
por el genio de la talla de J. R. R.
Tolkien (no seamos tan optimistas, este rubro le costó una narrativa
sumamente lenta y aburrida en la primera parte de su saga anterior, lo que
alentó considerablemente la velocidad de la historia). Ahora todo es diferente.
Considero que la existencia de Galdalf
es el secreto para salvar semejante obstáculo. Su sola presencia -celebro y admiro profundamente la presencia
de Ian Mckellen- ha dotado a la
trama de un salto cuántico en cuanto a la necesidad de presentar a cada personaje,
con todo el cúmulo de características de personalidad y conducta necesarios. Mckellen logra compartir lo que está por
venir en este tópico, al iniciar las primeras imágenes en pantalla.
Instintivamente, uno sabe que el convocante
de la travesía es él, y él carga con la responsabilidad del relato que está
por sucederse. Una vez que nuestro cerebro ha procesado esta información,
estamos listos para iniciar ese viaje, inesperado.
¿Qué no existen innovaciones en esta nueva historia? ¿Qué se
trata de más de lo mismo?
Desde luego.
Ésa es la idea.
Poster tomado de la
liga:
Escucho:
Maybe
tomorrow / Stereophonics
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