Una sombra de una presencia real, que deambula por el mundo físico, sin sentido o meta alguna.
Tus palabras, tus movimientos, tu mera existencia no poseen cabida en este plano donde el resto de los humanos moran, mientras los observas, impávido, incapaz de compartir aquello que aún late dentro de ti mismo.
Eres similar a lo intangible de la noche, esencia que sabes que existe, pero que no puedes contener, tocar, encerrar o palpar siquiera, si no mueres primero y abandonas la luz del astro luminoso que te ha otorgado guía.
Eres un fantasma.
Sombra carente de materia, que igual puede observarlo todo, pero sin ser capaz de transformarlo nada.
Ilusión de un recuerdo vago, perdido, escondido u oculto en las profundidades del dolor y del olvido, donde no existe camino o retorno que traiga consigo esa alegría, de nueva cuenta.
Brisa helada y gélida, que sopla cuando la tristeza hace presa de tu ambiente, despertando ese miedo, terror a los desconocido, a aquello que no vemos, pero creemos aún que existe, a pesar de todo lo que la gente nos diga al respecto.
Eres una sensación, que sólo es aplicable cuando yo me acerco a ti, y experimentas mi piel, carente de vida, traslúcida como el amor que un día mi persona despertó en tu alma, hermosa y clara.
Eres sólo una idea.
Una mala jugada del Destino.
Una desviación infame de Vida.
Eres un fantasma.
Eso soy.
No existe retorno. Salida. Solución…
Eso soy.
Eso eres.
Un fantasma, que vaga sin cesar, aguardando reencontrar el sentido de aquello que un día perdí, y que temo no hallar más.
Tal vez eso siempre fui, sólo que jamás tuve el valor de descubrirlo.
Porque mi presencia no fue suficiente para hacerte saber todo lo bueno que hay en ti, en él, en ella, y en todas las personas a las que algún día vi, con quienes traté y con aquellos con los que establecí contacto y comunicación, pero que ahora sé, que jamás me vieron… o supieron siquiera de mi infeliz presencia…
Escucho: Music in me / Paula Cole
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