Todos los días, miro la silueta de tu recuerdo entrar por esa puerta…
Mis ojos, cristalinos, lavados por la escasa lluvia que cae de vez en cuando, observa con melancolía, con la certeza de que jamás volveré a verte.
Te has marchado para siempre.
Los escalones permanecen en silencio. La brisa sopla, sin el eco de tu sonrisa.
Los pasillos, aún iluminados por la calidez del sol matutino, se quedan mudos y fríos al no sentir más el calor de tu andar, de tu humor, de esa mirada resplandeciente que a diario ofreces a quienes te rodean.
La ausencia duele.
Tu vacío se siente presente en el ambiente.
Sólo ecos fríos, sonidos que reverberan hasta perderse en el Limbo.
Y yo sigo aquí, de pie, observando cada atardecer que me acontece.
Extrañándote, agonizando, viviendo con el vacío que has dejado.
Espacio no habitado. Muerto. Marchito.
¿Puedes ver el atardecer…?
Ese ocaso que simboliza la Muerte de una idea, que renacerá el día de mañana, cuando el amanecer arribe.
Sin embargo, cuando eso suceda, yo no estaré más contigo, para extrañarte, para esperar que tú regreses, cuando sé que jamás será de esta manera…
Escucho: Lately / Massive Attack
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