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domingo, 8 de mayo de 2011

Una nota... sin miedo

Una de las mejores adaptaciones cinematográficas que he presenciado ha sido sin duda alguna Daredevil.

No es mi superhéroe favorito. Ni siquiera conocía su historia completa cuando vi por primera vez el filme.


Es una de esas adaptaciones por completo visuales, donde las imágenes se encuentran bien cuidadas, cada una en el encuadre perfecto, para contar la historia completa por medio de colores, tonalidades, escenografías.


El producto final fue de mi entero agrado por la composición adecuada de todos los elementos. El reparto, la trama simple, pero bien planteada, cerrando perfectamente en un círculo, como si al término de la historia el espectador supiera que ése, y no otro, era el final del filme.


La Música -que me encuentro escuchando ahora, por cierto- es un elemento clave.


Pero, lo que da ese toque esencial e inolvidable a la adaptación, es la existencia de un ente sin el cual, la trama y los personajes no tendrían validez en nuestra realidad: la lluvia [la presencia de Moby, con `Evening rain´, o, en su defecto, Evanescence con su himno `My Inmortal´, dos momentos indispensables para conectarse con la esencia de la propuesta].


Siempre constante, majestuosa. Sublime.


Retratada en todos los cuadros y ángulos posibles, las gotas de lluvia terminan de dar vida a la historia de un hombre sin aparente temor, que cae sin pensarlo [o sentirlo, o esperarlo siquiera] en los dominios de una fuerza llamada Amor.


La lluvia tiene vida propia. Es un ente que vive y que respira por sí mismo, y que reclama su lugar en cada una de las imágenes que cuentan la vida del hombre que, en su camino hacia la pérdida de todo, gana irremediablemente la Fe extraviada, en sí mismo, y en los demás.


¿Acaso es algo nuevo?


Es -imagino- una historia a la que todos nos enfrentamos con miedo, cada día de nuestra existencia en esta Tierra.



Escucho: Learn the hard way / Nickelback

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