Nunca conté la historia del por qué me decidí -a estas alturas de mi vida- comenzar a experimentar con la Música, teniendo una profesión
concluida, experiencia al respecto, el don de la escritura y una dirección qué
seguir en mi vida.
Desde que opté por el camino del diseño, hace poco más de quince años, mi vida se transformó en
todos los sentidos, en maneras que jamás imaginé.
Desde entonces, crear
tiene para mí un significado completamente diferente. Soy del tipo de personas
que está convencido de que lo que se imagina puede materializarse. En más de
una ocasión no he descansado hasta mirar realizado aquello que se piensa,
rayando, inclusive, en la obsesión.
La experiencia me ha enseñado que, para poder materializar
los sueños, se requiere una técnica dominada, conocimiento aprendido, y
perseverancia a prueba de fracasos.
La investigación a través de la creatividad me llevó a
identificar las siete áreas o campos inherentes al desarrollo de ésta:
- El Lenguaje.
- La Matemática.
- La Lógica.
- La Música.
- El razonamiento espacial.
- El movimiento o cinética corporal.
- La inteligencia interpersonal.
A lo largo de la vida, y por circunstancias ajenas a mí, me
he visto inmiscuido en varias de estas áreas desde edades tempranas, por lo
que, cuando decidí estudiar la profesión que ahora poseo, renunciaba -sin saberlo- por completo al desarrollo en las áreas restantes.
Desde que tengo experiencia en el diseño y la creación [por creación me refiero al proceso de
imaginar o idear antes en la mente aquello que sabemos puede ser capaz de
transformarse en algo real o tangible bajo secuencias, reglas y pasos lógicos],
el subconsciente ha sido una parte
clave en el proceso.
Para mí la inspiración
no es un elemento al azar, sino un conjunto de circunstancias que se reúnen,
permitiendo la conformación e integración
de cada una de las partes indispensables que conforman al diseño que se gesta
en la mente. Para algunas personas, este proceso es consciente, para muchas otras -como
yo- es un extraño sistema subconsciente.
La resolución de las ideas para proyectos espaciales, como
arquitecto, o bien, secuencias narrativas que dan pié a tramas para novelas,
cuentos o demás géneros dentro de mi trabajo como escritor, se han dado, ambos,
en plenos estados subconscientes.
Para mí siempre resultó normal [por mi formación, desde la
infancia -gracias a mi madre- en la parte literaria, y tras
concluir mis estudios, en la parte profesional] captar las ideas surgidas en la
subconsciencia y hallar los procesos,
técnicas y lenguajes estratégicos para transformarlas en elementos tangibles,
que pudieran ser trabajados de formas conscientes.
Géneros literarios, tipos de textos, ortografía, leyes de
gramática, dibujo arquitectónico, teoría de la arquitectura, estilos,
tendencias o vanguardias arquitectónicas, fueron elementos y herramientas familiares,
además de indispensables, a lo largo de toda una vida de creación y diseño en
escritura y en arquitectura.
El mismo proceso me hizo colapsar -hace algunos años, apenas-
cuando el proceso de gestación de ideas de manera subconsciente se dio en mi mente con material con el que jamás
había trabajado antes: sonidos.
Tres acordes de tres melodías en potencia se dibujaron en mi
mente, en tres ocasiones diferentes a lo largo de cuatro años.
La frustración que experimenté al no ser capaz de hallar un
lenguaje lógico para traer esas ideas a la realidad fue infinita.
A partir de entonces, esa idea bizarra, además de obsesiva,
penetró en mi mente.
Parte de la investigación que realizo me lleva a adentrarme
a áreas de la creatividad donde no me inmiscuí antes, como la cinética corporal y la misma Música.
Las primeras experiencias en la parte musical han derrumbado
por completo la lógica ortodoxa de mi cerebro, que parece no funcionar
de la misma manera con la percepción musical
y la percepción espacial, pero cuyos
procesos sensoriales y de comprensión
esencial parecen tener elementos en
común.
Hace algún tiempo descubrí dentro de mí habilidades como la memoria sensorial y una extraña manía corporal del tipo `copycat´, que apliqué
en su momento en el proceso creativo en la génesis de los textos de 12 campanadas…, además del rediseño de
un programa de estudios de licenciatura en arquitectura.
La Música, sin
embargo, durante estas primeras horas de contacto prolongado y directo, ha
generado en mi ser una especie de crisis creativa, que me encuentro afrontando,
buscando herramientas para poder comprenderla.
Las primeras reacciones de mi cuerpo y de mi mente han sido
indescriptibles y, hasta cierto punto, frustrantes. La percepción se ha agudizado de maneras extrañas, y la necesidad de
mantener ocupada a la mente con catalizadores como la Música, mientras se
diseña o trabaja, es mayor. Al cuerpo le sucede algo similar, siendo necesarias
acciones como la natación o el trote para encontrar un equilibrio perfecto.
La percepción auditiva -lo
infiero- se está desarrollando en
estos momentos.
La pregunta que me hago es ¿cómo influirá a futuro en el resto de las percepciones, me refiero a la
espacial y la narrativa, que son con las que me encuentro perfectamente
familiarizado?
Las respuestas se darán -lo
sé de sobra- conforme esta fase, hoy
experimental, adquiera una lógica tangible y secuencial.
Álbum Demon days / Gorillaz
In our
dreams / Paula Cole
I will
always love you / Whitney Houston
Fascination
/ Everything but the girl