`Amor y verdad son las dos cosas de Dios. La verdad es el
fin y el amor es el camino´.
Mahatma Gandhi
En muchas ocasiones he comentado que mi vida se ha
desarrollado siempre dentro de la ciudad, por lo que experimento una especie de
fascinación por la vida en las comunidades pequeñas.
He tenido la enorme fortuna de visitar algunas de ellas y conocer
personas hermosas que han compartido la esencia de estos sitios.
Cada experiencia de este tipo ha dejado en mí una huella indeleble
que ha influido de maneras increíbles en la forma personal de captar y comprender la realidad.
Hace unas horas -tan
solo- fui testigo de esa serie de
circunstancias que definen la identidad de las personas, dentro de una
comunidad, entretejiendo lentamente lo que llamamos memoria colectiva.
Es extraño captar y analizar los eventos como un elemento, como
un sujeto o simple espectador externo, pero, gracias a las circunstancias de
índole personal, pude vivir los hechos formando parte de ellos, en una postura
y visión que rompió muchos esquemas, permitiéndome revalorar y enriquecer la
manera de entender la realidad que me rodea.
Cuando observamos un hecho, y por hecho me refiero a la
serie de acciones donde se ven involucradas una serie de personas que integran
una respectiva sociedad, grupo humano o comunidad, que comparten un cúmulo de
ideas y valores, normalmente juzgamos antes de siquiera entender o intentar
explicar el hecho en sí. Imagino que es normal, ya que, como seres pensantes,
interponemos nuestros propios valores a aquello que observamos o vivimos, en la
gran mayoría de los casos, siendo incapaces de comprender la esencia, la verdad que dispara los eventos.
Hace algunas horas tuve una experiencia que me sacudió por
completo.
Esta sensación la he ido experimentando al largo paso de los
años, en dosis pequeñas y cortas, que lentamente han mermado mi entendimiento
en el índole social.
Ahora que he vivido el evento desde dentro, mi mente y toda mi
fría racionalidad captan la verdadera razón de la existencia de aquello que
observo.
He quedado sorprendido, maravillado, y conmovido por la
manera en que las tradiciones humanas van gestándose y consolidándose al paso
del Tiempo.
Las personas que integran el evento no son conscientes -como yo tampoco lo era observando
desde fuera, qué irónico- del
alcance de aquello en lo que creen y fomentan con sus actos, unidos,
comunitarios.
Esas pequeñas acciones, repetitivas año tras año, generan en
las personas que viven la experiencia, un calor, una chispa humana que permite
sentirse parte de algo mayor. Convivir con una serie de valores, en un inicio
pequeños, que hace sentir bien a la comunidad, brindándole calor, fe, sentido e
identidad. La participación social es
indispensable, ya que es la llave para que la convivencia y la consolidación de
determinadas costumbres permanezcan grabadas en las creencias de la gente, en
ese sentir que determinadas acciones fomentan algo que identifica a un grupo de
personas por algo más que la apariencia física o cultural.
La experiencia es indescriptible.
Este año, siendo la segunda ocasión en que recibo la hermosa
invitación y se me acoge de una manera extraordinaria, experimento la verdadera esencia, conozco el motor real
que mueve los engranes, de un hecho que inspira a parte de la comunidad entera.
Absolutamente todos los pequeños e insignificantes detalles
cobran vida y poseen sentido.
Todas las acciones, las palabras, las actitudes son
familiares, porque ahora formas parte de esa visión de mirar la panorámica, de ser un integrante de esa
manera de soñar, de crear, de diseñar y de poner en marcha la perspectiva que
ha sido dibujada antes en la mente de alguien más, y que posee el inapreciable
deseo y objetivo de aportar algo al bienestar del conjunto.
He llegado tarde a casa. No he dormido.
No interesa.
El olor de la ciudad ahora me parece vano y vacío.
El olor de pueblo que se ha colado en mis ropas y en el ser
entero tiene un cálido significado.
Agradecimiento sincero a la familia que existe detrás, a cada
grupo de personas que integran esas familias, todas ellas, que, donde quiera
que geográfica o temporalmente se encuentren, poseen una visión prospectiva de
afianzar ese cariño y solidaridad familiar a la comunidad entera.
Y gracias a la familia en especial que hizo posible la
visión que contemplé la noche anterior a la escritura de esta nota.
Te dije Luis Enrique,
que todo se iba en la mente y en el corazón, documentado.
Lo siento, mi memoria es incapaz de olvidar lo vivido sensorial y espacialmente -lo sabes- y el corazón se niega a hacerlo.
Además, me has hecho sentirme parte de ello.
Ésas experiencias son las que generan radicales y profundos cambios en
las personas que, como yo, olvidamos de repente el verdadero significado de
nuestras frías y vacías vidas.
Escucho:
Teardrop /
Massive Attack
Cross my
mind / Everything but the girl
A different
corner / George Michael
I will follow
you into the dark / Death Cab for Cutie
Special
cases / Massive Attack
H. K.
Farewell [`Teenage Angst´ B-Side] / Placebo
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