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lunes, 30 de diciembre de 2019

Un reto de lectura

Este año participé en un Reto de Lectura. Una dinámica donde cada mes leí un libro con una temática específica.
La complejidad sobrevino desde encontrar el tiempo para leer, el gusto o disgusto por el tópico indicado, la lista de lecturas que se tenía pendiente antes del reto, darse oportunidad de visitar la librería para adquirir el respectivo título del mes, los prejuicios ante las críticas de los demás lectores, y demás circunstancias que representaron un Círculo de Lectura.
Hoy, concluida la actividad satisfactoriamente, valoro diversos elementos que fui descubriendo a lo largo de los meses de lectura.

Cuando renuncié a mi antiguo trabajo por cuestiones personales y de Enfermedad, jamás imaginé reconocer que me encontraba en una plataforma de Inflexibilidad y completa Negación de mi entorno vocacional, personal, individual

Decidí tomar el Reto porque personalmente necesitaba hallar inspiración, motivación, razones para reencontrar sentido a la existencia, a mi propia Existencia, a través de una actividad o actividades que me sacaran de mí, y me ayudaran a reinventar y trazar nuevos límites humanos, personales y creativos. Invité a mi mejor amiga a participar, además de conocer en el trance a personas dispares muchísimo que paulatinamente abrieron mi perspectiva y comprensión del Mundo y sus mecanismos de funcionamiento social y humano.

Los libros leídos, las lecturas compartidas por otros, las recomendaciones que al final hice mías, las interacciones humanas, el tiempo compartido más allá del tiempo reglamentado por las actividades. Cuando menos lo pensé, algo se había transformado dentro de mí.

Comprendí que a la Vida le otorgamos rutinas, patrones de creencias y comportamientos que le brindan sentido a lo que hacemos, a lo que somos, en lo que creemos.
Las lecturas (más de treinta) realizadas de manera ardua y sin tregua ni descanso, bombardearon mi mente y mi corazón con el planteamiento de posibilidades infinitas, hasta el punto que terminaron rompiendo mis propios e inflexibles paradigmas.

Fui consciente entonces que cada persona tiene un punto de partida de comprensión del Universo sólido y válido. Si en algún momento compartiste procesos de crecimiento y desarrollo, los caminos evolucionan y se redirigen a nuevos pensamientos y metas, que terminan de romper las creencias de los demás, así como los paradigmas propios rotos que ahora levanto a pedazos del suelo tras ser consciente y recapitular los meses de participación, interacción y lectura.
Comprendí que puedo expresar mis puntos de vista y las reglas que otorgan Orden y Sentido a lo que soy, pero no puedo imponerlas a nadie, ni esperar que los demás lean y comprendan a mi propio ritmo, con mis propios gustos y haciendo exactamente lo que he hecho para lograr determinadas metas.

Aprendí que ganas y pierdes relaciones, experiencias, pensamientos e incluso, sentimientos, en el trayecto de un camino que demanda de tí, Apertura, Desarrollo y Crecimiento, intra e interpersonal.

Y que los libros, al igual que nosotros, tenemos hojas, pastas, encabezados, que muestran lo que somos, pensamos, a lo que nos dedicamos, pero cuyo contenido sólo es conocido y quizá comprendido cuando les das la oportunidad de leerlos y en la mayoría de los casos, releerlos a profundidad, y descubrir las tramas, detalles y pormenores que determinan lo que un libro representa, lo que en verdad es, incluidos los malos capítulos, las narraciones lentas, los personajes inverosímiles, o hasta las tramas o valores absurdos.

Quizá como me pasó a mí con Herbert George Wells– te das cuenta que muchos años creíste que un libro te gustaba, que era el mejor jamás escrito, con el que empatabas a la perfección y hasta representaba tus ideales, para despertar un día y darte cuenta que no representa más lo que antes representó.

No se trata de echarle la culpa al autor, o el libro ha cambiado, o siempre fue malo.
Más bien, has evolucionado o modificado tu manera de pensar y sentir, algo ha cambiado dentro de tí, de tal manera que ha llegado el momento de abandonar esos libros, ir a la Librería, y abrirte a los estantes para conocer nuevos libros, acorde a lo que eres, lo que piensas o has descubierto, o lo que deseas ser en un futuro mediato, y que en fondo, deseas compartir con las personas con quienes tengas oportunidad de interactuar.

La Vida se trata de jamás dejar de leer, de alimentar nuestro espíritu y de no juzgar los libros con los que no compartimos visión. Ellos están para ayudar o enseñar a otros, cosas que no nos interesan o en las que nosotros no creemos o con las que no somos capaces de aportar, o los libros aportar a nosotros.

Al final, podemos elegir qué leer, a qué ritmo leer, y con quién hacerlo.

El Reto de Lectura en el que participé me ha enseñado lecciones a las que jamás imaginé hacerles frente. La Lectura ha sido una Metáfora de ciertos aspectos de la Vida, que uno espera encontrar en las tramas de los libros que lee, pero que de repente se convierten en las líneas que vives en tu vida, día a día, y que demandan retos, inspiraciones, adversidades, motivaciones, o simplemente, profundas reflexiones.

Personajes en imagen, creados e ilustrados por J. E. Franco (@jefrancox en Twitter).


Escucho:
The ride | The Deleters
Hyperlife | Die waiting || Beck

jueves, 19 de diciembre de 2019

Pausa en el camino


Hace unos días visité un paraje natural con un amigo.
Escuchamos los sonidos de la Naturaleza, nos regocijamos en el Silencio de un atardecer, y hablamos de temas y cosas de las que no hablaríamos en ambientes urbanos o citadinos.

Me queda claro que el contacto con la Naturaleza no es otra cosa que una introspección en nosotros mismos, una oportunidad de romper la rutina y las circunstancias que nos limitan, o determinan esos patrones que a diario cumplimos como requisitos de nuestra vida en sociedad.
Es bueno acompañar estos momentos con Música, la buena lectura de un libro, o la gratísima presencia de un amigo, una persona con quien podamos compartir y alimentar nuestro espíritu.

Lo que encontremos en estos sitios y momentos, es una fracción oculta de nosotros mismos, que vale la pena redescubrir, y atesorar.

Escucho:
Last I heard (…He was circling the drain) | Thom Yorke