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domingo, 4 de marzo de 2018

La historia que escapa entre mis manos...

Hace años una historia no me conmovía como lo ha hecho la tarde de ayer.
Ayer.
¿Cuántos años han acontecido desde entonces?
Los paisajes, las conversaciones. El tiempo narrado de manera pausada, dándole a cada instante, su adecuado momento y lugar. La brisa, las noches. La Luna.
Las miradas.
El movimiento lento, pensado, frágil y nervioso, de las manos.
Y sobre todo, los espacios. El Espacio.
Me hizo trasladarme décadas atrás, ahora dando la impresión de que se tratase de otra vida, existencia de la que no existe testimonio alguno, salvo quizá las emociones guardadas en mi piel, y en la tuya. Celosamente almacenadas ahí, donde nadie jamás podrá robarlas.
La ciudad fue la escenografía perfecta. El recorrido por las calles y avenidas inspiró las emociones.
Cada momento retratado fue un fiel recordatorio de lo acontecido, paso a paso, frase a frase, sentimiento tras sentimiento.
Las memorias no importa el Tiempo que transcurra desde entonces fueron detalladamente labradas ahí, en la mente, en el corazón, para quedarse hasta que alguno, muera.
Extraño tus caricias. Tus manos haciendo destrozos en el borde de mi cuerpo. Extraño las imágenes, los recorridos urbanos por la serie de emociones que desperté en tu persona.
Pero todo es Pasado ahora. Ha quedado esculpido también en los muros, en las oquedades, en los santos colocados en los nichos altos de las esquinas viejas. Esas miradas en los ojos de las esculturas, donde quedó registrado el `santo y seña´ de todo cuanto hicimos.

Y te extraño.
Te extraño como las calles extrañan el Otoño. Las hojas cayendo, ocres, sobre la piedra áspera del pavimento de las avenidas sobre las que escribimos una historia que penetró hasta el alma, pero que sabíamos que nunca sería realidad.
Es irónico pienso que la ciudad existe, se recorre, se huele, se toca, se vive. Tú también existes, pero la historia que escribimos no posee la veracidad, la prueba, de haber acontecido.
¿Fue producto de mi imaginación, entonces?

Estoy consciente que habrá historias, como la de ayer, que me dolerá mirar, leer, palpar, porque siempre me recordarán a ti, y al recuerdo de lo que fue, que jamás pudo ser.
Y sólo tengo el consuelo de las letras. Fue lo único que dejaste en mí.
La agonía de ser capaz de relatar en la escritura, lo que más me duele, lo que lentamente, me asesina. De utilizar esta maldita cualidad de extraer de mí, con quirúrgico cuidado, las fibras marchitas, para experimentar cierto alivio, convertido en notas como ésta, en delirios, en historias, en novelas.
Qué injusto ha sido.

Pero aún te extraño.

Escucho:
All a dream | Norah Jones
Latest craze | Just like you said || Seal

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