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viernes, 5 de septiembre de 2014

`Lucy´

Lejos del mito de si el Hombre utiliza sólo el 10% de su cerebro, y el verdadero significado de lo que Albert Einstein quiso decir con su afirmación, la más reciente propuesta cinematográfica de Luc Besson, toma este fragmento científico/mítico para crear una interesantísima reinterpretación de la evolución de la Humanidad.
Caer en discusiones que versen sobre lo creíble de la propuesta es perder el tiempo.
Sólo dejémonos llevar por la tentación. Sin culpas, y sin remordimientos.
Lucy es una brillante narración visual, que involucra la premisa antes descrita, no en el sentido cuantitativo, más bien cualitativo de ella. Permítanme explicarme.
La narrativa gira en torno al potencial de nuestro cerebro, más no al número de sistemas u órganos utilizados dentro de él.
Partiendo de esta base, la historia se torna creíble. Con cada salto cuántico dado por la protagonista, nuestras capacidades metafísicas se activan a niveles que jamás podríamos considerar reales.
El problema al hallar detracciones dentro de la historia de Lucy, se encuentra considero en que hemos vivido por décadas, creyendo que los logros científicos alcanzados, con sus respectivas innovaciones, son sólo posibles porque se realizan `fuera´ de nosotros, es decir, a partir de Tecnología y elementos no orgánicos, ni naturales.
Nuestra mente, nuestro potencial cerebral es capaz de crear realidades. Creamos, diseñamos y materializamos nuestra propia vida. ¿Qué seremos capaz de crear si en verdad creyéramos en todo nuestro potencial y habilidades?
He leído y escuchado a científicos que afirman que no podremos jamás desarrollar habilidades como la telepatía o la telequinesis, porque eso sólo es Ciencia Ficción.
Como seres vivos inteligentes, con un altísimo índice de raciocinio, nuestro sistema nervioso y cerebral, acoge a la energía más fina, con la mayor vibración posible. Nuestros pensamientos, nuestras emociones [canalizadas en positivo] son analogías de la energía magnética que hace girar a los planetas.
Nuestros órganos, y los complicadísimos procesos biológicos, químicos y eléctricos que se realizan dentro de nuestro cerebro para mantenernos vivos, pero, sobre todo, conscientes, son una prueba de que hemos sido diseñados como un mecanismo frágil, pero altamente especializado, que, a largo plazo, puede desarrollar habilidades y cualidades que escaparían a nuestra realidad inmediata. Si somos los diseñadores y creadores de la más alta e innovadora tecnología, es porque dentro de nosotros, en puntos, procesos y momentos que aún no comprendemos por las limitaciones que nos hemos autoimpuesto, realizamos todos los avances tecnológicos de manera orgánica y natural.
Punto y aparte merece la secuencia visual de Besson, donde explica magistralmente nuestro desarrollo y evolución como especie, hasta la llegada de nuestro mismísimo origen, como entes vivientes, integrantes de un todo universal y cósmico.

Sin duda, un gusto culposo la experiencia a la que nos somete Besson.
Definitivo.

Imagen editada, original en la liga:

Escucho:
Quisiera estar contigo / Sentidos Opuestos

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