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lunes, 9 de enero de 2017

En una esquina, un ocaso...

La primera ciudad que me conquistó, con aquel juego espacial que involucraba al ocaso fue Oaxaca. Hermosos, los más hermosos recuerdos y vivencias que se guardan, pertenecen sin duda alguna a esta ciudad, tanto, que una historia fue escrita e incluida en nuestra ópera prima literaria.

Desde entonces, primero por azares del Destino, y después al paso de los años por decisión y convicción personales, nos hemos dado la oportunidad de conocer, de visitar, y de entablar romances con lugares varios, sin olvidar nunca que el primer amor, ese que dura para siempre, no importa que mueras, es para esa ciudad de los champurrados.
Pátzcuaro me atrapó por su escala urbana, por hablar un atrevido lenguaje centrado en la integración de los paisajes y los atardeceres mi debilidad, sin duda.

Su Historia me ha cautivado, y me ha permitido conocer un fragmento de ella que no conocía, ¡y de qué manera!
No es casualidad que la primera fotografía al arribar al lugar, haya sido de un ocaso, donde, en una de las sutiles esquinas, juegan los agonizantes pero traviesos rayos de luz, en una combinación visual entre los árboles, los edificios, sus sensuales techos, y el agua susurrante de la fuente que se ha bebido en una estatua, la esencia histórica del sitio.

Escucho:
Every planet we reach is dead | Gorillaz

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