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sábado, 29 de julio de 2017

Morning bell/Architectiak

Aún recuerdo las vistas observadas la primera vez que visitamos el espacio. Jamás llegas a conocer completamente lo versátil y extremadamente cambiante que pueden ser los inicios y los ocasos en los días, dentro de un área que intervienes, que diseñas. Despertar y asomarse a la ventana, instantes antes de que aparezca el Sol, es a últimas fechas una acción que realizamos siempre que existe oportunidad.  
A pesar de representar la vista una rutina, cada oportunidad suele ser un evento único que asombra a la imaginación, e inspira de diversas formas. Pueden tratarse de los mismos muros, las mismas calles y avenidas, las mismas azoteas osadas, que, a la luz del Sol naciente, sorprenden por la incertidumbre contenida en ellas.

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