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viernes, 17 de febrero de 2017

Año: Quince

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Despedirse nunca fue sencillo para mí…
Desde que tuve uso de razón, las despedidas fueron un doloroso pasaje que prometí al paso de los años no repetir a menudo, por el dolor que causan dentro y fuera del cuerpo.

Y heme aquí.
Quince años transcurrieron desde que comencé esta travesía, este ciclo que hoy cierro sorpresiva, pero conscientemente. Una decisión que debí haber tomado meses, quizá años atrás, pero que mantuve en el baúl de las decisiones postergadas, hasta que el Destino me alcanzó.
Ayer me pregunté si todos estos años a los que hoy despido fueron una larga desviación en el trayecto. Los acontecimientos que se han dado, cual fichas de dominó, me indican que, si fue así, se trata de una desviación que me formó en gran medida como la persona que está lista para emprender el comienzo que tuve que haber tomado hace tanto tiempo atrás.

Las cosas suceden no por el azar. Acontecen conforme está escrito que acontezcan. Así lo comprendo ahora, cuando observo con sorpresa y satisfacción, que tu vida es una infinita serie de piezas que se mueven, y que encuentran su correcto lugar en el entorno, en el Universo pleno.

Las últimas horas, antes de abandonar la actividad académica y disciplinar, de manera definitiva, se han manifestado como una línea de acontecimientos que pareciera haber estado siempre ahí, y cuyos fragmentos caen de manera natural, hasta embonar en su correcto sitio.
Llega un punto de tu Vida, donde comprendes dos circunstancias primordiales: aferrarse a los hechos, elementos, ideas, personas o eventos, te limita crecer como ser humano en todos los niveles, porque te conviertes en una habitación de cuatro muros y techo, que no permitirá que nada más entre o salga de tu espacio y de tu vida; y en segundo término, entender que, en nuestras vidas debe existir la oportunidad de entregar al Universo todos los hechos, confiando en la inercia que nuestra Intención ha definido, antes de tener consciencia de la importancia de los títulos y las cosas que obtenemos. Lo que tenemos y los reconocimientos que acumulamos en un momento de la Historia, no define nuestra Plenitud, ni remotamente lo que somos o llegaremos a ser. Hemos crecido como Humanidad, persiguiendo la materialidad y los títulos humanos, creyendo que ser reconocidos, y tener más materialidad, es la clave del Éxito.
¡Cuál equivocados estamos!  

Conté las últimas horas en compañías jamás imaginadas, rememorando en espacios, instantes, personas y circunstancias, una síntesis increíble de los quince años que viví enseñando, guiando, aprendiendo, muchísimo más que sólo Arquitectura.

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Contemplé el último atardecer transitando a lo largo del Centro Histórico de mi Ciudad natal, charlando alegremente y sacando fotografías, una actividad que siempre amé hacer, y que mostré desde el primer día que di una clase. En este sentido, reencontrar a Eymi, estudiante de las primeras generaciones a las que impartí cátedra, fue indescriptible. Su sola presencia me remontó años y años atrás, a un conjunto de memorias perdidas a las que pensé que jamás regresaría. Un obsequio de la Vida que me atravesó el corazón, limpiamente, conmoviéndome hasta lo más profundo. Reencontrar a Montserrat y a Citlali fue una sorpresa y un gusto. Citlali ya me prometió compartir esa hermosa voz para los proyectos que se gestan una vez más, como regreso de la parte creativa de los Estudios Architectiak.

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Fernando, Claudia, Alejandro, Jorge L. y Sait, representaron el día anterior a la escritura de esta nota, un cuadro hermoso donde se integran los momentos más emblemáticos de estos quince años de actividad académica y humana. Dejo en ustedes un  legado que fueron construyendo al largo paso de los años. No tiene precio mirarlos conformar un equipo de trabajo, piezas representativas de años de cátedras y vivencias humanas increíbles, equipo donde la universidad a la que alguna vez aspiré a ingresar, se convierte en el común denominador de metas institucionales y de ustedes, personales, que quedan en sus manos, en su talento, y en su invaluable calidad humana. No recordaba esa anécdota que compartiste conmigo, Fernando, pero mira cómo es el Universo. Tú sostienes que yo estuve ahí para convencerte de que te quedaras, y la Vida me obsequia ahora tu presencia para convencerme de retirarme contento, y pleno. Gracias por tan bello presente.


Gracias a esa nueva y última generación que me tocó recibir, días antes de la despedida, y cuyas seis únicas clases nos unieron como pocas veces he mirado en las generaciones en una década y media de actividades. Una generación anterior me gritó a la cara que me retirara de lo que sea que estuviera haciendo, mientras tres semanas de trabajo en este final mes, me deja claro que la Pasión por vivir es un obsequio que no todos tendremos la oportunidad de atesorar, pero que me hizo convencerme en términos personales de disfrutarlo, y luchar por ello.

Finalmente, la visión y la experiencia de Artes Visuales fue lo que me mantuvo con vida estos últimos quince meses, y cuya inercia me trajo hasta el día de hoy.
Gracias por la confianza depositada en mí, de una autoridad, trece líderes de carrera, y más de mil estudiantes, trescientos de ellos que estos días, mientras escribo esta reseña, se encuentran moviéndose a través de diferentes experiencias artísticas y humanas.

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Recuerdo con cariño a Laura, Juan Luis, Enrique y Edi. Una maestría concluida con más pesar que ánimo, un concurso inter-institucional,  una serie de conferencias irreverentes, dos libros escritos como producto híbrido de la acción académica y la investigación, y presentados en esta casa que me vio crecer, un rediseño de licenciatura, las bases para proyectos de integración, y docenas de vivencias grabadas en la memoria.

Si fuera más joven las personas estimadas me conocen bien gritaría: `¡Hagámoslo de nuevo!´. Me reservo el derecho, porque anhelo correr hacia nuevas direcciones, pero antes, ganarme a pulso, la oportunidad de aún atesorar más experiencias…

Tercera fotografía presente en esta nota, tomada del sitio oficial en `Facebook´ de Photo Walk HGO, y editada digitalmente.

Escucho:
6 inch | Beyoncé featuring The Weeknd
Love drought | Beyoncé

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