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domingo, 7 de octubre de 2012

Arquitectura / Urbanismo / controversia

`Aprender varias lenguas es asunto de uno o dos años; ser elocuente en la propia lleva la mitad de la vida´.  

Francois Marie Arouet Voltaire

Después de pensármela mucho, al fin decidí escribir en torno a un tema complicado que ha estado circulando en las redes sociales cercanas a esta cuenta y a mi área de interacción: la remodelación y acceso único de la Ciudad del Conocimiento, uno de los campus de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

En la Semana de la Arquitectura, se ha tocado el sensible punto dentro de las participaciones de los colectivos que han visitado la institución.
No soy de las personas que se expresan dentro de una sola postura, por eso mismo he rechazado trabajar en tiempos completos en las instituciones donde he laborado, porque intento mirar las situaciones desde una perspectiva multifocal.

Si bien es cierto que ha quedado demostrado que la propuesta posee un infra cupo que no abastece urbanísticamente hablando el tránsito y acceso de vehículos de auto motor, además de negar el contacto con la ciudad que se alza alrededor de la mancha urbana universitaria, es cierto de igual manera que la institución comienza a sufrir de las consecuencias de ser la unidad educativa más grande y de mayor prestigio en el estado.

El suceso ocurrido en uno de los campus universitarios, días atrás, donde un grupo de personas ingresó poco después del cierre de actividades cotidianas a las instalaciones, sustrayendo equipo tecnológico del grupo de edificios, me hace pensar que la institución toma la decisión correcta al cerrarse físicamente al entorno social, en un encierro de índole físico. Su patrimonio se encuentra en riesgo.

Es cuestión -sin embargo- de difíciles decisiones. Es cuestión de valorar y considerar si la seguridad física, moral y cultural para la comunidad universitaria es más importante que mantener su postura de institución abierta, amable, y colega de la sociedad, que ha mantenido durante cerca de cincuenta años, como un ente vivo social que interactúa con el entorno, en todos los sentidos.

Como miembros de la comunidad universitaria, hemos sido testigos del crecimiento del patrimonio de la institución, y los quiebres idiosincráticos que han tenido lugar, y en los que ella ha jugado papeles definitorios.

Violaciones y robo al patrimonio, falta de respeto, negación por parte de miembros de la sociedad.

La clave es ésa. Una fracción de la sociedad. Más no la sociedad entera.
La U.A.E.H. ha demostrado su anhelo, su responsabilidad ante quienes le rodean, de ayudar, de mantenerse estable y abierta en situaciones y circunstancias de crisis y problemas sociales, naturales y morales. Huelgas, cese de actividades por efectos de desastres naturales.
Finalmente, dentro de ella forma seres humanos, muchos de los cuales han llegado a ella, dejando sus lugares de origen, su idiosincrasia original, su cultura y su familia, para invertir los siguientes años de vida en el intento de lograr un mejoramiento en el bienestar social de los individuos, que permee, que trasmine en otros sectores -algunos de ellos, inimaginables- de la sociedad.

Es cierto que muchos de los estudiantes que llegan de fuera, ignorantes de la mecánica, circunstancias y ambientes de las grandes ciudades, se ven inmersos en factores de delincuencia y drogadicción, por mencionar sólo algunos. La lista puede ser amplia o interminable.

Es indispensable -y casi un requisito- que una institución proteja a toda consta su patrimonio.

Éste es -sin embargo- de doble naturaleza: físico y humano.
La universidad del estado ha demostrado que de sus aulas emanan desde siglos atrás, mentes brillantes, conocimiento, apertura a la sociedad, y una cultura que raya en lo social -aunque no se acepte o se niegue-.
La sola presencia de la institución ha trastocado la ciudad en muchos aspectos y sentidos.

Uno de ellos es el de naturaleza cultural.
Y ese valor debe reflejarse en la génesis física de las ciudades.
Las ciudades se miran, se habitan, como lo son sus habitantes. Física y espiritualmente.

¿Qué postura se está gestando en este mismo momento, que hablará de una institución durante los siguientes cincuenta años de vida?

Hace un momento charlaba con ciertas personas en torno a otro ejemplo urbano: la decisión del gobierno del estado de centralizar todos sus departamentos y acciones en un solo espacio arquitectónico y urbano.
¿La consecuencia?
Desastre y confusión vial mientras las implementaciones tienen lugar.
Será pasajero… Es por el bien de la unidad administrativa central, y, por ende, de la sociedad.
Encuentro las razones válidas en esa decisión.

La universidad del estado, en su campus Ciudad del Conocimiento, atraviesa por un proceso similar.
Una decisión difícil de tomar.
Sin embargo, una comunidad no es aquella unidad que se aísla del resto de maneras tangibles. La evolución de las sociedades más complejas ha demostrado que el verdadero desarrollo proviene de un profundo cambio, social y cultural.
Una verdadera comunidad es aquella que mantiene su identidad, siendo capaz al mismo tiempo de mantenerse en constante y estable interacción con los ámbitos sociales que le dan vida y significado a su existencia.

Al final del día, la Historia se escribe con las acciones de las más sólidas de las presencias, humanas y/o colectivas, que son capaces de transformar la mentalidad de las personas de una sociedad, demostrando que la existencia se trata de salvar los obstáculos, en una interminable lucha social/cultural, que demuestra la madurez y la capacidad de apertura de consciencia de los protagonistas que dialogan en las circunstancias sociales más críticas.

Las soluciones en estos casos, suelen ser en polos opuestos, o extremos.
Sin embargo -considero-, los integrantes de esta circunstancia social en particular, la que ha inspirado la escritura de la presente nota, tienen la madurez suficiente para tomar decisiones adecuadas, para el bienestar social, no individual.

Imagen editada, tomada original, de la liga:

Escucho:
Chop me up / Justin Timberlake
So hard / Pet Shop Boys

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