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lunes, 23 de abril de 2018

Árboles marchitos

Rememorando los días primeros del diario virtual, donde, tras una tarde, o un día intenso o de reflexión, me sentaba enfrente de la pantalla, y escribía el sentir, derivado de las recientes horas acontecidas.
¿Qué cambió desde entonces?
¿Por qué dejé de tomar esas instantáneas, que se convertían después en notas, algunas breves, otras sumamente íntimas y reflexivas, siempre expresadas en palabras?
Tal vez porque sabía que contaba con público. Porque, al final del día, fuera yo arquitecto, catedrático o escritor, habría quienes abrirían la liga respectiva para leer el texto, y despertar comentarios agrios o en desacuerdo con mi manera de ser y de pensar.
Debo confesar que esos lectores, raras veces lo hacían.

Hoy, doce años después de la primera publicación en nuestro diario de colores y diseño pobre, vuelvo al origen, y escribo por escribir, sin intención alguna, sin objetivo o meta previos.

Sólo recuerdo al amigo que estuvo, y que hoy no se encuentra ya. Quien ha buscado entrar una vez más, tras años y años de vacío, pero al que no permito el acercamiento. No más.
Han sido años y años de separación y distanciamiento.
Llega un momento en mi vida, donde decido proseguir la caminata en soledad, no porque ya no estime o ame al amigo antiguo, sino porque la Amistad es una planta que se ha marchitado, y cuyos cuidados ausentes impiden regresar a lo que antes fue, y que hoy no ha germinado más.

El árbol en el que juramos convertirnos, se encuentra en medio del Vacío, del espacio urbano, en medio del tránsito arquitectónico y citadino, formando parte y sin formar, habiendo crecido para convertirse en un simple elemento de ornato más, sin un sentido humano específico.

Eso fuimos, eso somos.
Nuestras decisiones nos llevaron, a lo que no podemos abstenernos de ser, porque el Tiempo, en eso, nos ha convertido.

Escucho:
What's the frequency, Kenneth? |  Imitation of  Life || R.E.M.

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