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sábado, 23 de junio de 2018

El arquitecto que llevo dentro

Hace unas horas charlaba con Alejandro Moctezuma, arquitecto del que fui profesor tiempo atrás. La plática reflexiva, me hizo centrarme en mi actual presente, y en la dirección que aún no he definido, y que por consiguiente, no sé cuál sea.
En ocasiones requerimos tiempo para detenernos y reencontrar quienes somos. A veces ese tiempo es breve, otras es eterno, larguísimo, y en otras ocasiones extraordinarias, dura lo que resta de vida.
Ese tiempo sumamente personal, íntimo, y de lentísimo acontecer, sirve para sentarse y observar detenidamente las nubes, ver transcurrir la Existencia, y experimentar el pausado aliento y la respiración que el Universo emana en su andar. Extraña es la vez en que somos conscientes de ese ritmo peculiar y único, que nos regresa al Presente, que nos obliga a rescatar lo que en verdad vale la pena.

Gracias a amigos cercanos, como Alejandro, quienes sutil e intencionalmente se presentan para motivar mi mente e inspirar las entrañas de la Creatividad con proyectos radicales y sumamente experimentales (como los que definieron mi labor a lo largo de los años siendo catedrático y arquitecto), es que me hago las obligadas preguntas relacionadas con la dirección que seguiré tras finiquitar los obstáculos presentes.

Abigail Sánchez, otra arquitecta a la que impartí clases, fue más sutil al respecto.

Me sorprendo de lo bien que me conocen estos amigos íntimos, cuando yo mismo he llegado a la conclusión de que no he mostrado mucho de mí mismo. Pero desde luego estoy nuevamente en un error.
Un pequeño obsequio de Abigail, altamente valorado por mí, me ha hecho jugar de nueva cuenta con mi pasado, sacar el espíritu de arquitecto que llevo dentro, y construir y rediseñar con lo que se tiene; más bien, con lo que no se tiene. Las piezas se me acabaron al dar forma a una hermosa réplica del Big Ben uno de los monumentos arquitectónicos favoritos del Mundo, lo que me obligó a concluir la obra con las piezas con las que contaba. El resultado: una de las tardes más amenas y divertidas en muchísimo tiempo. Gracias por eso, Abi.

Gracias a ambos, Alejandro y Abigail, porque con momentos como éstos, donde cada uno de ustedes me solicita de una manera peculiar, regresar a lo que alguna vez fui, con peticiones sutiles, delicadas, disfrazadas, casi ocultas, que demandan la reflexión, y la auto valoración y el redescubrimiento.
No cabe duda que ustedes me conocen más de lo que imaginé o puedo llegar a confesar.
A veces me pregunto qué haría sin su compañía, sin su amistad.
Gracias por estar, por dar un golpe en el momento justo, en la fibra del ser indicada.

Gracias a la Vida, por esas personas que te tienen presente, que te brindan tu espacio y tiempo, el necesario, y que, cuando menos lo esperas, te obsequian una sutil sacudida, un golpe que te hace salir de tu ensimismamiento, y regresar a realidad, o, por lo menos, comenzar a replantearla una vez más.

NOTA:
La fotografía de la estructura final del Big Ben no aparece en esta publicación. En el momento de escribir esta nota, aún definía cómo utilizar todas las piezas sobrantes (y cómo potenciar el vacío de las faltantes), para no dejar ninguna libre, y apegarme lo mejor posible a la réplica original.

Escucho:
New year's day | Surrender || U2

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