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martes, 22 de enero de 2013

Un elefante, que descansaba...

Don Beto es el primer instructor de natación que tuve. Gracias a él obtuve confianza en el agua, perdiendo todo rastro de temor. Aprender a nadar no es sencillo, pero él tuvo la paciencia suficiente para instruirme y guiarme para dominar tres de los cuatro estilos básicos de nado.
Hoy escribo de él, porque Don Beto, además de ser excelente nadador, es un artista.
He caminado a lo largo y ancho del club deportivo, hasta encontrar una de sus obras, la que comparto en la fotografía que acompaña a esta nota.
Indescriptible es observar como un simple trozo de madera natural toma forma y cobra surrealista forma, a partir de la caprichosa textura original de la Naturaleza.
Comparto con las Bellas Artes el don de la Literatura, pero siempre he admirado a las personas que dominan la Escultura, por considerarla un medio visual de expresión, que, basado en colores, texturas, formas y lenguaje simbólico, comunican hermosos mensajes, susceptibles a la interpretación.
El peculiar elefante que ha tallado Don Beto parece reposar en medio de la cotidianidad de las áreas deportivas, mirando al horizonte, divirtiéndose con su único ojo de las expresiones y actitudes de quienes se acercan a observarlo.
Sus colores vivarachos, sus formas orgánicas se mimetizan con los pensamientos surrealistas y creativos de la mente, seduciendo nuestros sentidos con esa personalidad única y presencial.
Un reflejo de un espíritu inquieto, sin duda alguna.

Escucho:
Save tonight / Eagle Eye Cherry
Blue moon rose / Everything but the Girl
Every little thing [he] does is magic / Shawn Colvin

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