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sábado, 9 de diciembre de 2017

Diálogo arquitectónicamente humano

Desde que escribiera, años atrás, el libro 12 campanadas hacen un reloj, descubrí que viajar es una pasión que alimenta al espíritu de diversas maneras. Nunca me quedó claro si escribir el libro fue producto de los viajes, o éstos motivados por la aventura de escribir sobre la experiencia de conocer nuevos sitios.
Caminar por las calles de las ciudades, vivir los atardeceres, respirar el aire e identificar los olores de cada amanecer, en lugares diferentes, son pequeños placeres que me hacen sentir extraordinariamente vivo.
Me ha quedado claro que viajar representa de igual manera un esfuerzo, un cambio de rutina y vibración energética que afecta mi ser entero. Disfrutar de la panorámica cultural, natural e ideológica, bien lo vale.
Es a últimas fechas que me tomo fotografías en los espacios visitados. Quizá porque la Arquitectura ha dejado de ser la prioridad en mi campo de percepción, y me he enfocado un poco más en la naturaleza humana que le otorga vida y sentido.
Visitar sitios desconocidos plantea retos al cuerpo, a la mente y al espíritu, por igual. Me saca de todo contexto, y, por algunas horas o una serie de días, me lleva a vivir experiencias nuevas e inolvidables, que personalmente me hacen conectar con mi parte frágil y humana.

Escucho:
Madness | Muse
Charlie Brown | Coldplay

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