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sábado, 16 de diciembre de 2017

Manifesto personal

Dos mil diecisiete inició con el pie izquierdo en mi vida.
Tan sólo en el segundo mes me vi tomando la decisión de abandonar mi trabajo, una actividad que me llenó de satisfacciones por cerca de una década y media.
Me consideré a mí mismo durante poco más de diez años como una persona feliz, exitosa y trabajando sobre su bienestar.
No me encontraba ni cerca.
Entrar y salir de los consultorios médicos, más de media docena de especialistas, y una afección de Salud basada en anormalidades en la producción y maduración de células de mi sangre, fueron hechos palpables que transformaron mi vida, y mi perspectiva de cómo vivirla y afrontarla.
Cuando una adversidad de este tipo arriba a tu existencia, maldices y te enfadas en un primer momento, caes en depresión posteriormente, y cuestionas sobre la Justicia de la Vida. Ya ni hablar sobre la presencia o inexistencia de Dios.

Una vez que has llegado al fondo, muy profundo, y en un ambiente oscuro y desolado, te percatas de la verdad de las circunstancias. El Tiempo es limitado. La realidad es como es, y la decisión de afrontarla es solamente tuya. A nadie más le importa. A nadie le interesa. Un día estás presente, al otro día, si desapareces, eres reemplazado y el mundo continúa. Así ha sido por millones de años.
El Fracaso es parte de la Vida. Construí mi propia definición de fracaso, porque nunca compaginé con la definición de Éxito y Fracaso de las personas a mi alrededor. Esas cuestiones egocentristas que se relacionan con la fama, el dinero, y el reconocimiento.
Me di cuenta de que vivimos sin Luz, a la deriva, sin preocuparnos por hacernos responsables de nuestras decisiones o acciones. Es más, ni siquiera somos capaces de definir nuestras intenciones, de buscar la misión que pueda hacernos plenos, y ayudar a otros a serlo, desde el interior de su ser.
Vale más la preparación basada en la técnica y en los conocimientos materiales y lo que puedas cobrar por ellos, el aprendizaje y desarrollo humano pasa a último término. Sobrevivimos en un cúmulo de conflictos internos que se arreglarán algún día, ignoraremos constantemente, o de los que responsabilizaremos a quienes nos rodean, no importa, mientras tenga un salario y ganancias mayores cada año que acontezca.
Escuchas el silencio de las personas, la burla abierta por el trabajo que realizaste ahora que ya no estás, los rumores que rayan en el chisme de que padeces la enfermedad auto inmune humana, y otras docenas de comentarios despectivos de quienes se jactan de construir la “verdad” en torno a tu vida, por el solo hecho de la falacia de haberte conocido.

Este año me ha legado una cantidad impresionante de lecciones. El tipo de aprendizaje que jamás encontrarás en las universidades (con los mejores profesionistas que sólo hablan de la excelencia y la oportunidad de ser un profesional de tal o cual rama), la clase de aprendizaje que te construye o te destruye, según decidas afrontar, sobrellevar o ignorar los hechos. Se llaman lecciones de Vida.

Ha sido un año de rompimiento de paradigmas, de llevar a mi mente y cuerpo a nuevos límites, alcances de los que ahora depende mi existencia y bienestar físico. Resistencia, Fortaleza, Disciplina. Esperanza.

De aplicar los principios metodológicos como arquitecto que enseñé durante tanto tiempo en las aulas, ahora centrados en mi propio ser. De diseñar  y construir mi propia realidad integral y holística, alimentando mi cuerpo, mente y espíritu como jamás lo hice. De romper los récords y dominar las técnicas dentro de una alberca, alcanzando la meta de kilómetro y medio en menos de cuarenta minutos. De trascender la relación tiempo y distancia, en los recorridos en bicicleta, rompiendo el límite de veinte kilómetros en una hora. De dominar tu cuerpo y mente como jamás lo imaginaste, siguiendo las intenciones del espíritu, leyendo, saciando el hambre de Paciencia  y Sabiduría, basado en técnicas y conocimiento humano en el que antes jamás creíste; y aprender a escuchar lo intangible, lo esencial, para doblar con tu intención aquella cuchara de metal que sólo era posible en películas de Ciencia Ficción. La Vida es la más poderosa de las analogías.

De no haber caído donde caí, jamás hubiera comprendido aspectos vitales de la existencia humana que ahora debo encarar y aprender cada día como un niño pequeño que siente que las clases son duras e imposibles, como si fueran lecciones de un programa educativo por el que pocos sienten interés, o respeto, y que no se ofrece en las instituciones más que en la oportunidad de vivir conscientemente. Y la gente decide cursarlo sólo cuando su vida se encuentra amenazada o delimitada por la enfermedad. He comprendido que jamás terminaré de aprender, de tener la oportunidad de mejorar, en absolutamente cada aspecto de mi vida, por mí, inspirado por las personas que amo y me aman, y ser capaz de servir con el corazón a quien realmente lo desee, mucho más allá de quien sólo lo necesite.
La Vida es irónica, subjetiva, y requiere de Voluntad y Decisión, ya no de sólo supervivencia y resignación.

Y mientras la tengas entre tus manos, latiendo dentro de tu cuerpo, es tu decisión y sólo tuya, hacer que ésta valga la pena, no importa cuánto dure. El Tiempo, como lo expresó Albert Einstein– es relativo. Sólo eso.

Escucho:
Shadows in Silence | Gravity of Love | T.N.T. for the brain || Enigma

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