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domingo, 2 de septiembre de 2018

Némesis|Revelación

Todo comenzó finalmente con unas palabras de despedida. Con el sutil conflicto que aqueja una relación, que merma un camino, que transforma el sentido de la vereda que se transita.
Las palabras detrás del dispositivo tecnológico, porque la renuncia ya había puesto distancia entre nosotros. Por más que traté de convencerlo de que volviera, porque las circunstancias podrían ser reestructuradas, su mensaje, su convicción misma, fue implacable.

A pesar de no poder mirarlo de manera presencial, pude observar claramente esa mirada seria, decidida, honesta, reflejando la esencia del espíritu humano que se manifiesta. Las palabras que compartió esa tarde, honestas todas como jamás escuché antes, hicieron catarsis en mí, y cimbraron lo que los arduos años de dedicación, necedad y aplomo, habían forjado en mi existencia, haciendo temblar mi ser entero como nadie, jamás, había conseguido hacerlo, o intentado, o pretendido. Osada asignación, valiente meta.

Los fracasos mal llamados por los hombres simples son caminos que se transitan para templar el alma. Son los caminos complicados, difíciles, esos que te arrancan la Salud y el aliento, los que ponen a prueba no sólo tu fortaleza física, logrando que desfallezcas hasta no poder encontrar Fuerza para levantarte y continuar, sino que carcomen tu valor humano, la confianza en tu persona, la creencia en que el Destino es un Dios implacable que todo lo destruye, que todo pone a prueba, que todo lo aplasta con su actitud perfeccionista y terca.
Porque la Perfección en el sentido del lenguaje humano no existe, es sólo un invento nefasto de nuestra cultura humana, para hacer de las comparaciones, nuestro estilo de Vida.
Cuando me percaté de ello, de cómo lo perfecto ocurre (y transcurre) en tu línea de vida, sin que seas consciente de ello, las variables habían tomado ya su respectivo rumbo, todo se encontraba en su perfecto lugar.
Y entonces, lo supe.
Me enamoré de un hombre. No sé cuándo sucedió, o por qué, o cómo.
Cuando menos lo esperé, ahí se encontraba, de pie, delante de mí, ese incómodo, pero inspirador sentimiento. Emoción nociva, experiencia maldita, que destruye paradigmas, que abre perspectivas y derrumba creencias y fisonomías.
Después aparecieron las caminatas, las excursiones a la cima de la montaña. Volcán sublime, símbolo de todo lo perdido, lo que se manifiesta en erupción, lo que explota, lo que destruye a la par de crea y construye, con el caos, con la incertidumbre, con las fuerzas humanas y espirituales perdidas, que duermen en lo más profundo de nosotros, hasta que un día cualquiera despiertan para destruirte desde dentro, para reestructurarte por completo. Hombre cuya temple gusta de los retos, de los paisajes imposibles, de las cúspides lejanas, acariciando con la mirada las metas elevadas, aquellas tentaciones que sólo imaginan los hombres en lujuria de cumplir con sus anhelos espirituales.

Me enamoré tal vez del cuerpo estilizado, del calor del pecho al contacto con el abrazo, de la seguridad corporal de ese hombre que, sabiendo que las circunstancias no son las óptimas o esperadas, continúa, inquebrantable, caminando cada camino, sin detenerse, erguido y con porte, hombre que, aún en el descanso aparente o el fracaso declarado, continúa su avance.
Del rostro sereno, de la Perseverancia toda. Del toque de sus manos, de la delicadeza de su ánima. De la Belleza contenida, y la manifestada. De sus brazos al rodearte, de sus palabras de aliento. De su aliento mismo. De la calidez infinita del Universo que vive en su mirada.
Del talento, hermoso conjunto de habilidades dormidas en las manos, en la mente, en la vista, en el cuerpo, en el aura, en el alma. En la sonrisa que ilumina el rostro varonil y amable, que dirige el semblante hacia el Horizonte, no importa si amanece, o anochece.
Del slogan que reza: `Que los sueños en verdad se cumplen´.

Me enamoré de un hombre que siempre estuvo, pero que estúpido de míjamás descubrí hasta que la Vida me llevó al fondo del abismo, y caí, entremezclándome con la Oscuridad aterradora y ruin, que me mostró sin filtros aquella parte densa y negra, presente en mi alma, y que no somos capaces de identificar siquiera, porque vivimos en la necedad ególatra de nuestra parte humana más oculta.
Y entonces, un día cualquiera tan cualquiera que ríes a carcajadas por lo idiota que suena la simple idea y el momento mismo descubres la verdad, tan clara, fuerte y decidida, que te lamentas por no haberla visto con anterioridad, por haber dejado transcurrir el Tiempo, y haber permitido la muerte del Espacio. Por haber sido un ciego, un inerte e insensible muñeco de trapo, dejándose llevar por el vaivén de las olas de la cotidianidad y la frivolidad de la existencia vana.

Te das cuenta que te has enamorado de un hombre que siempre existió, que existirá si lo decides, si lo descubres, si eres lo suficientemente osado para acercarte a él.
Te has enamorado de la mejor versión de tí, de tu potencial, de la Verdad que representas, la que te habla y se materializa desde lo más profundo de tu alma, desde la fuente profunda del Espíritu que proviene del Cosmos infinito, presente sólo en nuestros más locos y verdaderos sueños, cuando te atreves a ser Uno con el Todo, convirtiéndote a la vez en Nada, y recuerdas el enorme papel que juegas como pieza del Destino, un destino que construyes al existir, al respirar, al ser consciente de que el Mundo existe gracias a que lo has vivido, aprendido, gozado, transformado, y construido. Cuando rompes las reglas de la realidad, y te fundes en la profundidad perdida y oscura de tu alma, sólo para encontrar que el Cosmos mora en tu interior, y tú moras alineado a él, para siempre, como nunca, en un juego de ideas y palabras que tu mente no puede comprender, o descodificar siquiera, lenguaje primigenio que tu espíritu sin embargo trasciende por ser la esencia que la génesis misma de la Vida, contiene.

Es entonces que pierdes el miedo de caminar, de elevarte hacia lo que auténticamente eres, tu potencial, la Verdad que representas y lo que estás destinado a ser.
Es entonces que no temes mostrar quien eres, expresar lo que sueñas, manifestar lo que piensas, y construir lo que quieres.
Y es así que llegas al destino último.
Y ya no temes, porque te has enamorado de todo lo que eres, de lo que es, de lo que será, y no interesa lo que acontezca después, porque el Después es sólo un eterno presente, que nunca muere.

Gracias a tí, sabes quien eres, 
porque durante la caída al fondo, 
tu Luz fue modelo y guía. 

Imagen que acompaña a nota es obra de Francisco Palacios Olmos. Algrafía. `De libre intención´.

Escucho:
Black ballon | The Goo Goo Dolls
Superman (It's not easy) | Five for Fighting
Dead end | The Whitest Boy Alive
Two times | The Blakes
Barfly | Ray LaMontagne

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