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domingo, 31 de marzo de 2013

Sobre las sesiones de natación, y otros enseres...

Concluyo el mes con una última nota, que concuerda con el final de las vacaciones por estos días. Parece mentira que son cinco años casi cumplidos desde que comencé la práctica de natación. No compartí jamás esa historia que comenzó como un chiste, hecho por un amigo cercano y uno de sus compañeros. Sólo cerca de cuatro veces me acompañaron a la piscina, para enseñarme cómo nadar, aprendiendo desde cero.
Después de aquellas escasas sesiones, jamás volvimos a vernos para entrenar.
El resto… historia.
Ha sido una actividad que me dejado mucho. Al paso de los años he tenido entrenadores ocasionales, cada uno de ellos me ha compartido lecciones gratas y sumamente valiosas. De todos he aprendido, y de todos me he llevado algo que me motiva a mejorar, a desarrollarme.
Desde hace meses entreno con una rutina propia. Las personas que nos dedicamos a cierto deporte con constancia y disciplina, en periodos ininterrumpidos de tiempo, somos atletas. No quiere decir que entrenamos para juegos olímpicos ni mucho menos. Al igual que todas las actividades, existen rangos y niveles. En mi caso, me considero un atleta que entrena para mejorar su condición física y mental, y para mantenerme sano, concentrado, en equilibrio.
Las personas que me conocen, saben que existe toda una filosofía metafísica detrás, que suelo compartir, y que es más como una especie de terapia, que ha ayudado a personas cercanas, y a mí mismo, a encontrar serenidad, consciencia, equilibrio.
No puedo negar que la actividad, el entrenamiento, ha traído más beneficios que otra cosa a mi rutina diaria, y, al igual que quien se dedica a la Música o a cualquier actividad artística, con dedicación y seriedad, podrá acordar conmigo que esa actividad o labor que han elegido, ayuda a su existencia de maneras magníficas, representando una especie de catalizador para desarrollar, explotar, y afinar cualidades y habilidades físicas, psicológicas, y, por qué no, espirituales.

Ha sido duro -debo confesarlo- avanzar en el desarrollo de la natación. Y aún me veo a mí mismo, un aprendiz lento. Para no haber dedicado tanto tiempo a una misma rutina deportiva específica, para mí es todo un logro. No tengo prisa. Lo disfruto a cada momento. Cada sesión, cada vuelta, es una lección aprendida.
Haber roto la barrera de los setecientos cincuenta metros, como duración de una sesión de natación, ha sido de lo mejor que he experimentado como atleta amateur.
Cada sesión de entrenamiento, cada día dentro del agua, es un evento que disfruto en sobremanera, y que ha transformado mi vida en diversidad de sentidos.

Imagen editada, original tomada del sitio:

Escucho:
Home life / Wheel  // John Mayer
Everything to lose [Armin Van Buuren remix] / Dido

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