.

.

sábado, 25 de octubre de 2014

Vivencias temporales

Hoy a mediodía visité la zona antigua de la ciudad.
La experiencia fue un cúmulo de sensaciones, que me hizo reflexionar en muchos sentidos.
Hace años que no transitaba por esta zona, lo que la gente llama `Centro´.
La necesidad me hizo buscar aditamentos electrónicos para las grabaciones de los proyectos multimedia que se tienen en el tintero, por lo que descubrí sorprendido que sólo la parte vieja de la ciudad posee esos modelos y marcas clásicos y conocidos para todo experto en audio/vídeo.
¿Lo que más me impresionó?
Primeramente que la Calle de Guerrero estuviera cerrada en un setenta y cinco por ciento al tránsito peatonal por intervenciones de mejoramiento de infraestructura. No sé si me sorprendí más por la gravedad de la planeación [cerrar la arteria vieja que conecta la salida de la ciudad vieja a la madura (la parte más reciente de la ciudad se encuentra en las afueras de la mancha urbana original)], o el hecho de no tener la más mínima idea de lo que acontece en mi ciudad…
Y es que los rumbos de la ciudad vieja no forman parte más de la cotidianidad de mi vida. Incluso, sentí cierta nostalgia al llegar a las inmediaciones del Reloj Monumental, donde aún yace la casa de mi mejor amigo, que conociera hace ya cerca de diecisiete años. ¡Qué recuerdos de aquella calle empinada y antigua, en la noche donde él y yo nos conocimos y platicamos por vez primera!
Comprendo que los años acontecen, y nos hacen ser `viejos´, es decir en otras palabras obsoletos con respecto a la cotidianidad de ciertas partes y fragmentos de la ciudad. No soy viejo aún, sin embargo, la separación con partes urbanas que antes formaron parte de mi vida, me hacen sentirme fuera de época, distante y apartado de ciertas realidades.
La compra motivo inicial de la nota y de la visita al fragmento de la ciudad en cuestióntuvo sus repercusiones también. El dueño de la tienda [un señor de más de sesenta años], y su empleado [poco más joven que yo], viven en otra realidad, en otro mundo.
Me refiero a primeramente encontrar un espacio para aparcar, mientras sientes que pierdes la vida entera, ya que en los centro comerciales hay cierto orden y facilidad para ello [que, por cierto, comienza a ser rebasado por la demanda actual], y, posteriormente, la media hora que tardas en lo que se atiende a la persona antes que tú, mientras se entreteje entre el dueño y la cliente una plática tan lenta y detallada que podría escribirse una novela entera al respecto…
Al salir de la tienda, y de la zona de la ciudad, la reflexión aborda mi ser.
Las experiencias que se viven en las zonas urbanas nuevas, contra el resto de las zonas, separadas no sólo espacialmente, sino temporalmente.
La sensación es que el reloj literalmente posee otro ritmo, otro mecanismo de acción, mucho más lento y pausado, contra la vertiginosidad de nuestras vidas tecnológicas contemporáneas [tuve que aguardar a que el dueño colgara el teléfono para que pudieran acceder a la red y poder pagar de manera electrónica].
¡Uf!
Sin palabras…

Imagen editada, original tomada de la liga:

Escucho:
Cedarwood Road / U2

No hay comentarios:

Publicar un comentario