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domingo, 12 de diciembre de 2010

Nueva Era


El día de ayer soñé con una idea que revoloteó durante toda la noche en mi cabeza -impidiéndome conciliar el sueño-.

Después de tres extrañas e intensas experiencias, es que desperté, y tras el inquieto sueño y lo inquietante del alma -los que me conocen saben que jamás podré estar tranquilo, mientras viva-, es que decidí dar el siguiente paso.

Hay tantos cambios en mi vida, que en ocasiones -muy constante, más y más, en los recientes días- miro el espejo de mi alma y no soy capaz de reconocerme en él.

Siento temor, miedo que me embarga, porque mi vida es cada vez más vertiginosa. Es decir, siento que me muevo velozmente, como nunca antes lo había hecho. A cada momento soy menos capaz de permanecer estático y quieto. Y eso es algo que ha trastocado el sueño…

Es por eso que decido cerrar los ciclos, todos ellos, siendo consciente -plenamente consciente de ello- que las despedidas, el dolor y la melancolía se harán presentes en las siguientes semanas / días / horas.

¿Qué me queda por hacer?

Una cosa -la única que encuentro como constante en mi vida en este momento- es segura: continuaré en perpetuo movimiento.

Esto es lo que finalmente me lleva a transformar este espacio, para mí, tan importante e íntimo. El Diario de un Arquitecto fue el primer eslabón que abrí al espacio sideral digital virtual desde las profundidades de mí mismo. Debo confesar que prometí no dejarlo llevar a la vertiginosidad de la comunicación, y tenerlo siempre conmigo, siempre presente, siempre abierto, pero único a la intimidad de mi espíritu, siendo capaz de entrar a él y esculpir en sus profundidades en momentos escasos y exclusivos.

Hoy, tras doce meses en perpetua crisis -con las personas más cercanas, más amadas y más queridas- es que decido romper la promesa que a mí mismo -y a este espacio y parte de mí- hice años atrás.

Cada día es más complejo actualizar el sitio, lo que es un reflejo de lo fácil que debe resultarnos -y en especial, resultarme- actualizarme a mí mismo. Con esta faceta, con este procedimiento de apertura, puedo llevar mi diario a todas partes, y compartirlo con quien lo desee.

Hace unos días charlé con Luis Ángel. Esa noche que pasé en plática con él, descubrí tantas cosas a la distancia, que la visión corta que yo poseía se abrió casi hasta el infinito… Gracias Luis por tu confianza… de ti hablo en la siguiente nota, y de lo que representa tu experiencia para mí.

Ahora, una nueva fase ha comenzado. Y ahora más que nunca no tengo la más remota idea de hacia dónde me llevará… Dicen que este tipo de sentimiento repleto de incertidumbre es el que dirige a los destinos más lejanos y valiosos, donde -por fin- hallas la verdad absoluta de lo que eres.

Con esta idea en mente enfrento el cambio, no sin cierto miedo presente delante de él.

Luis Ángel me dijo algo que me conmovió hasta las lágrimas…

Gracias por -a pesar de todo lo que soy- confiar en mi persona… No había pensado en aquello que compartiste en palabras… La verdad es que jamás lo vi de esa manera.

Pero tienes razón. No deseo cerrarme a los demás, tras los peores eventos en mi vida. En lugar de retraerme en las profundidades de la soledad, haré justo lo contrario, lo que nadie jamás haría: abrirme a quienes me rodean, y mantenerme en perpetua comunicación. Eso te lo debo a ti. Sin palabras para agradecerte la valiosísima lección que me mostraste.

Con estas palabras es que doy el siguiente paso hacia la transformación de este espacio, que refleja en todos los sentidos, la metamorfosis que yo mismo experimento en las profundidades de mi ser, y que busco explotar / explicar en la siguiente nota de este diario de un arquitecto...


Escucho: Latest craze / Seal.




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