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jueves, 23 de diciembre de 2010

Un momento a solas

Un momento a solas me permite desdibujar aquellos pensamientos que revolotean en el interior de mi mente, y traducirlos a palabras.

Me gusta vivir la soledad -lo admito-, y muchas personas conocen este rango de mi ser. En soledad puedo diseñar todos aquellos sueños magníficos que he ideado al lento paso de los años. En compañía de ustedes soy capaz de construirlos y hacerlos realidad, con la fortaleza que encuentro fuera de mí, y que dentro no poseo.

El sol que baña mi cuerpo, y cubre con su gélido calor las formas multicolores que mis pupilas observan mientras camino, me confirma lo que pienso. Este espacio que hoy vivo -y comienzo a habitar paulatinamente- ha sido para mí un lienzo enorme y hermoso sobre el que he pintado durante los últimos diez años de mi vida.

En él -ahora lo entiendo todo- he vertido lo que pienso, lo que soy, y en lo que creo, como ser humano. Es imposible para mí tratar de describir cómo se han pintado los sueños a lo largo del tiempo, y explicar lo que tengo ahora delante de mis pies.

Me gusta el espacio abierto, fiel legado de mi pasado prehispánico, donde no mora el hombre, sino Dios, el Universo, la Vida [como desees llamarles], todos los dioses que nos definen y le dan sentido a lo que somos. Amo el contacto con el cielo, con la tierra, con el aire, y con la grandeza e inmensidad de poder ser más de lo que somos como humanos con nuestra habilidad de némesis.

Amo observar el Mundo, atesorar aquellas panorámicas grandiosas del Espacio y del Tiempo, quienes son las expresiones divinas que nos explican pacientemente los conceptos de la Evolución y el Cambio, ya que sin ellos, no tendríamos razón de ser en esta Tierra.

Me fascina caminar, amo ese concepto del `recorrido´, como una manera sublime de comprender lo que me rodea. He recorrido la Vida, los parques, los jardines, las calles, las ciudades, el cuerpo de la persona que ha despertado el amor y la pasión en mí. He descubierto con mis pasos las texturas, las vistas, las panorámicas, los olores, la esencia -visual, espacial y espiritual- de todo aquel espacio que me permite dejar una huella en él.

Es por todo esto que hoy ves aquí las alturas, las texturas, los colores, despilfarrados cual pinceladas por doquier, como las bendiciones que han caído en una vida humana que sería simple y vacía, de no ser por esta guía divina.

Somos tierra, como el material que conforma el suelo que pisamos. Por eso opté por la colocación de tierra de color en ese espacio personal, para caminar, para sentir la textura y el sonido debajo de mis pies, para experimentar en cada aliento, recordar a cada paso, lo que somos, y lo que podremos llegar a ser: entes sobre los cuales la Vida misma deja huellas, y que construyen en cada diminuto grano, una panorámica magnífica, que jamás podrás ver mientras te halles a nivel de Tierra. Esa escena, grandiosa y final, de lo que eres en verdad, sólo podrás verla cuando te hayas ido, cuando te hayas elevado y contemples desde la otra esfera, lo que -como Arquitecto- construiste en cada año de tu propia vida…

Escucho: Run, baby run / Sheryl Crow.

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