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viernes, 17 de diciembre de 2010

Todo buen proyecto comienza por... las escaleras

Mientras me encontraba estudiando la Maestría en Diseño Arquitectónico, tuve la fortuna de cursar un seminario de área cuyo tema principal era el Diseño en la Arquitectura. En él rompí infinidad de paradigmas que tenían que ver con mi manera -tradicional- de comprender el diseño, y de aplicarlo a la creación de propuestas y proyectos arquitectónicos.

Una de las clases que jamás olvidaré fue la dedicada a las circulaciones verticales, en especial a las escaleras. Sobra decir que reprobé cabalmente el ejercicio planteado en dicha clase…

Las escaleras son elementos de comunicación dentro del proyecto, que cumplen el vital objetivo de unir las diversas células espaciales que integran la propuesta arquitectónica. Las escaleras -comprendí- son un espacio más dentro del programa básico de actividades, y aunque su rango de permanencia es volátil [no se habitan como otros espacios arquitectónicos], son elementos distintivos dentro de un proyecto, ya que, además de cumplir con su función de comunicación, se transforman en toque ornamental/formal que dota al espacio de un peculiar ambiente.

Las escaleras se hallan la mayoría de las veces a la vista del público, y a pesar de que no todas las personas podemos acceder a ellas y a sitio que existe a su término, si representan un ente cuya presencia es suficiente para integrar en gran medida la percepción espacial que adquirimos de un determinado edificio o proyecto arquitectónico.

Desde aquella clase lejana de diseño arquitectónico y su aplicación, las escaleras simbolizan para mí una porción del alma del proyecto y, por ende, del alma de la persona misma o personas que habitan el espacio donde éstas se localizan.

Me gusta imaginar a las escaleras como un ente viviente más que forma parte de la configuración y esencia del espacio, que unifica sus respectivas partes, y dota de esa cualidad espacial brillante que llamo fluidez.

La última de las intervenciones de Architectiak, para dar solución a una situación de habitabilidad, contenía, como primer elemento problemático y odiado por la persona habitante, a las escaleras. Fueron diseñadas originalmente como una entidad ajena -espacial, física y utilitariamente- al resto de lo ya existente. Como es común, su objetivo principal fue unir una primera planta arquitectónica con una segunda [proyectada en un segundo momento]. El resultado: un elemento que jamás se integró a la casa-habitación, negando su misión de unificador y dotador de fluidez.

La intervención que se nos encomendó tenía como meta eliminar las escaleras, así como gran parte de la planta superior que era conectada por ellas.

Después de una cuidadosa valoración, optamos por lo que pocas personas harían: tomar el elemento problemático, convertirlo en protagonista, y solucionar, tomando como centro, la esencia, ubicación y función de dicho elemento.

Después de meses de trabajo, y de dotar paulatinamente a las escaleras de un sentido -además de práctico- estético, el resultado fue una proyección donde sólo porciones de muros de la crujía superior fueron derrumbados, salvando en un 1OO% a la escalera, únicamente transformándola y re-trazándola para consolidar efectivamente su función.

Hoy por hoy la escalera poco a poco encuentra su lugar en el conjunto, integrando las dos plantas de la casa-habitación, además de servir de remate visual [gracias al juego de la textura y la hermosa iluminación natural exterior] a las personas que habitan [y visitan] el espacio.

La idea principal de Architectiak al momento de realizar sus intervenciones arquitectónicas ha sido -inconscientemente en un primer momento, ahora ya de manera consciente y consolidada- llevar a cabo aquellas ideas que son las primeras en la lista en ser desechadas. Si se observan y valoran con detenimiento, se verá que estas ideas son las que casi siempre presentan la más efectiva solución, pero que no decidimos llevar a la práctica por su primera impresión de inusuales.

Escucho: Spirit on the water / Bob Dylan.

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